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Selección

La emotiva noche de Messi: el abrazo colectivo, la videollamada con sus hijos y el llanto de desahogo

El capitán Lionel Messi, extasiado por la conquista de su primer título con el seleccionado argentino, compartió su felicidad con su esposa Antonela Roccuzzo y sus hijos; festejó y lloró con sus compañeros y consoló a Neymar; el camino de un logro que se le negó por años

Messi, campeón con Argentina
Messi, campeón con Argentina (EFE)

Por Martín Castilla

Estaba todo contenido en su cuerpo desde aquel primer Mundial de mayores en Alemania 2006. La encarnadura era fuerte. El último pase mordido lo encuentra en el piso. Final feliz después tantos años de espera. Arrodillado, se lleva las manos a la cara y una montaña humana, celeste y blanca, lo abraza. En el suelo del mítico Maracaná y en la Argentina también. La sustancia real del desahogo la puso este grupo de muchachos que corre a abrazarlo ahora que la Copa América es una realidad. Lionel Messi es la materialización de la locura y de un grupo de compañeros que no lo suelta. “Que de la mano… de Leo Messi…”, gritan todos juntos extasiados mientras lo hacen volar por los aires. "La felicidad es inmensa", repite, una y otra vez, el gran protagonista de esta historia.

Levanta, también, los corazones de los millones de argentinos. Cierra los puños en la antesala del momento deseado por años. Mueve y mueve la Copa América delante de sus compañeros. Levanta la Copa y estallan las emociones. Los llantos. Los agradecimientos y los abrazos. La noche soñada. La más esperada. Cuentan que encontró un técnico que se ajusta a las necesidades de sus ansiedades. Que las entiende y las contiene. Que Messi pudo sentirse líder de un grupo de muchachos que lo cobija por encima del entorno colectivo, el esquema y de la identidad. Esta Argentina es un cúmulo anímico que lo potencia y lo protege, que le permite esperar agazapado, mientras la pelota circula por todos lados. No quedan dudas, el fútbol permite más de un análisis y de una visión. Tan cierto como que Messi es el mejor sustento para esta selección y la Argentina debe entenderlo. Para armar un equipo, definido, sólido, protagonista y dentro ubicarlo a Messi para que haga lo que se ve que puede hacer a sus 34 años.

No resulta fácil de comprender, para un jugador de tanto talento, tantas veces considerado el mejor del mundo consecutivamente, que siendo alabado por todo el planeta, se le haya negado tanto la obtención de un título con la camiseta argentina. Muchas veces se sintió maltratado porque las críticas no resistían la falta de títulos en el seleccionado. Lo admitió el propio Messi: sufrió mucho porque se lo acusó de no cantar el himno, de que le digan catalán, que no sentía la camiseta por la que eligió jugar cuando lo tentó la federación española. Garganta atragantada por años.

No hay espacio para cuestiones amargas, sólo para reírse y emocionarse de lo que sea. Liberar tensiones. Para regodearse de la final ganada nada menos que frente a Brasil y en el Maracaná, el hecho más gozado por años. Messi con el teléfono en el pasto y en videollamadas con sus hijos fue uno de los hallazgos televisivos más llamativos de esta final de la Copa América. Ya se sabe lo que pasó antes. En él sólo había palabras de agradecimiento: "Gracias, ustedes son lo más grande".

Que la noche en Río de Janeiro no termine jamás. Nunca había podido vivir una coronación con la camiseta argentina. La ocasión lo merecía: es un hecho histórico. Por primera vez, después de las definiciones perdidas en las Copas América Venezuela 2007, Chile 2015 y Estados Unidos 2016, además del último partido del Mundial Brasil 2014, lo celebró a lo grande. Incluso hablando como si nada, sentado en una escalera, con su amigo Neymar. Esta vez la alegría fue toda argentina y es toda de Messi. Muchas veces fue catalogado como el mejor futbolista del mundo. Hoy es el más feliz también.

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