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El día que Messi aplastó a Brasil

Ocho años atrás, Lionel fue el autor de un hat-trick que definió un vibrante clásico sudamericano que se jugó en Estados Unidos: la Argentina de Sabella ganó 4-3 gracias al 10. Y Pachorra pidió inventar un nuevo adjetivo para describirlo

Por Federico Del Río

La Real Academia Española debería inventar una nueva palabra que defina a Messi con exactitud”. La respuesta de Alejandro Sabella en la conferencia de prensa posterior al amistoso de aquel 9 de junio de 2012 fue la mejor manera de intentar resumir cómo había jugado el 10 argentino. Había sido tan desequilibrante, maravilloso, exquisito y decisivo que costaba encontrar una palabra que definiera todo lo que había hecho en esos 90 minutos del amistoso frente a Brasil que se disputó en New Jersey y en el que la Selección gozó un 4-3 exclusivamente gracias a la actuación de Lionel.

El capitán se las arregló prácticamente solo para conseguir ese triunfo que se terminó de sellar con un golazo con su marca registrada cuando faltaban seis minutos para el final del partido. Una defensa muy floja y un errático Sergio Romero parecían complotarse para que ocurriera lo contrario, pero Messi convirtió tres goles y, como dijo después de la victoria, se pudo ir tranquilo de vacaciones. Claro, el amistoso en Estados Unidos era el cierre de la temporada 2011/2012.

Sergio Romero; Clemente Rodríguez, Federico Fernández, Ezequiel Garay, Pablo Zabaleta; Fernando Gago, Javier Mascherano; Angel Di María, José Sosa; Lionel Messi y Gonzalo Higuaín fueron los titulares que puso Pachorra para enfrentar a la selección de Mano Menezes que ya contaba con Neymar, por entonces la estrella que brillaba en el Santos. Argentina arrancó perdiendo por una desatención defensiva, pero el 10 dio vuelta el resultado rápidamente. El segundo gol fue casi una copia del que Caniggia le hizo a Brasil en el Mundial 90, aunque para él fue más fácil por su perfil zurdo.

Así terminó el primer tiempo, pero en el segundo otra vez a los brasileños les pusieron alfombra roja para entrar fácilmente al área argentina. Así empataron y después Romero regaló el 2-3 tras un córner en el que la pelota se le escapó de las manos y Hulk empujó a la red. En ese frenético ida y vuelta en que se había transformado el clásico, cuando quedaban 15 minutos para el final, Federico Fernández empató con un cabezazo. El 3-3 parecía un resultado ideal: todos contentos, hasta los norteamericanos que disfrutaban de un gran partido. Pero faltaba lo mejor.

Messi le robó la pelota a Marcelo en la mitad de la cancha y arrancó como una flecha en diagonal hacia el área. Avanzó, avanzó y ante la indecisión de Juan para salir a cruzarlo, sacó un zurdazo letal antes de entrar al área que se clavó en el ángulo más lejano del arquero Rafael Cabral. El 10 desató la locura de todo el plantel argentino que se le tiró encima para abrazarlo. Había tenido una tarde de otro planeta. Sabella no supo cómo definirla. Y Neymar, para no olvidarla, le pidió la camiseta para tenerla como recuerdo…

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