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Opinión

Vale apostar por Racing

El Maracanazo ante el campeón Flamengo se insinúa como un antes y un después para la Academia. Pasó lo peor regalando varios indicios positivos. Si se tratara de un torneo largo, seguro que correría desde atrás a River y a Boca. Pero esos dos colosos, aunque se hacen respetar, no asustan. Y además es la Libertadores, con sus duelos mano a mano, con sus momentos, con sus emociones… Ahí todo se empareja. ¿Por qué no Racing?

Racing sigue avanzando en la Copa Libertadores
Racing sigue avanzando en la Copa Libertadores (Fotobaires)

Entre múltiples razones emocionales y algunas futbolísticas, resurge Racing. Esconde los conflictos que parecían erosionarlo, demuestra personalidad y elimina al campeón de América en el mismísimo Maracaná. Corona un batacazo continental. El fútbol no es sólo de River y de Boca. La Libertadores tampoco les pertenece sólo a ellos. Aquí también está Racing. De pie. Listo para discutirle a los dos colosos argentinos en el momento menos pensado. Vale apostar por Racing porque se insinúa un antes y un después de Flamengo.

Ahora a Racing lo autoriza a volar con sus ilusiones coperas este saludable cóctel de argumentos:

Pasó lo peor. Racing había quedado envuelto en una confusión que se había generado el propio Racing. El mánager Diego Milito, poniendo sus problemas sobre la mesa en el instante menos oportuno. El técnico Sebastián Beccacece, desorientando con su abuso extremo de los cambios. Le tocaba la llave de octavos más difícil y la superó.

Arrodilló al campeón. Flamengo, con su talento desde el medio hacia arriba, metía miedo. Racing la pasó mal en el Maracaná y resistió. Es verdad que merecía perder en el análisis frío de los 90 minutos. También es real que debió ganar en Avellaneda, donde el VAR lo despojó. Al cabo, bajó al campeón, a ese Flamengo que en la final 2019 dio vuelta en el epílogo a un River que parecía de acero.

Un arquero gana partidos. Para conquistar la Libertadores, los últimos dos campeones argentinos debieron apelar a un arquero que reiteradas veces se transformó en salvador: San Lorenzo tuvo a Sebastian Torrico y River a Franco Armani. En Río, surgió en dimensión máxima Gabriel Arias.

Un central confiable y ganador. Leonardo Sigali es la referencia potente del medio hacia atrás, ultra importante en las dos áreas. Es clave ostentar un hombre así en el corazón de la defensa cuando la mira se fija en objetivos inmensos.

Un capitán sabio. Lisandro López está en el tramo final de su carrera y anda peleado con el gol. Sin embargo, con su experiencia, con su reflexión, con su entrega emocionante y con la capacidad para realizar siempre lo más aconsejable en cada situación, Licha es la bandera celeste y blanca. El que baja el mensaje de fondo.

Algunos pibes atrevidos. A Fabricio Domínguez no le pesó ser titular justo en los dos partidos más calientes, contra Flamengo. Tampoco patear el penal decisivo. Alcaraz, el chico de 18 años, también exhibió temple en su ingreso y en el cuarto remate de la serie dramática. Garré sigue esperando mayor cantidad de minutos…

Un técnico más liberado. Es el momento para que Beccacece aproveche este renacer general para afianzarse, para calmarse y para transmitir calma. El equipo necesita la paz del técnico. Una continuidad. Después de su festejo singular en el Maracaná, con más tranquilidad, también debería potenciarse Beccacece.

Un clima más favorable. Ganar una serie así siempre distiende, ayuda a mejorar la vida cotidiana en la intimidad. Hubo abrazos entre todos, con el técnico incluido. Y hubo un mensaje en redes más que positivo de alguien que no juega, de Darío Cvitanich: "Cuando se la pasa bien, no se pierde nunca. Vamos Racing. ¡Seguimos!". Otro aire se respirará.

La suerte se le invirtió. Tenía (y tiene) problemas en el juego Racing, pero en muchos partidos perdidos, a pesar de crear montones de chances de gol, nada había
ligado. Nada. En la revancha contra Flamengo, empezando por la baja de Gabigol, esa relación con la fortuna cambió. Se relajó, se aceitó el vínculo. Eso sí, cuidado. Es cierto que el azar le hizo un guiño a Racing. Tan real como que no existen técnicos ni equipos exitosos que no hayan necesitado de la suerte.

Todo se equipara en clásicos entre argentinos. Si se tratara de un campeonato de varias fechas, con partidos ida y vuelta, en una carrera imaginaria contra Boca (posible rival de cuartos) y River (eventual adversario en la final), seguro que Racing correría desde atrás. A Boca le gana en plantel y en experiencia. River es un equipo armado desde hace tiempo. Pero son partidos ida y vuelta donde todo puede suceder. Mucho más si se cruzan
argentinos. Ahí todo siempre se empareja.

Boca y River ganan, pero no asustan. River no es el arrasador y confiable de otros tiempos, más luego de la venta de Lucas Martínez Quarta. A Marcelo Gallardo no se lo observa con equipo afirmado. De Julián Álvarez pasó a Santiago Sosa y ahora a cinco defensores incluyendo a Robert Rojas. Extraña a Exequiel Palacios. Bajó su nivel Nacho Fernández. Obviamente que mereció pasar frente a Paranaense, pero la diferencia debió ser mucho mayor ante un equipo jaqueado por el coronavirus, las lesiones y las suspensiones. A su vez, Boca ganó la ida contra Inter en Porto Alegre. Hoy regala mejores sensaciones que River, pero tampoco mete miedo. ¿Cuál es la versión ideal de Miguel Russo? ¿Con Soldano y sin Cardona o sin Villa? ¿O sin el “9” cuestionado, con los dos colombianos y con Tevez de punta? Con cualquier elección, la impresión es que algo del medio hacia arriba a Boca le falta consolidar aunque le sobren variantes. Suena a incongruencia, pero no lo es.

La Copa tiene mucho de emocional. Y Racing de emociones vaya si sabe. La Libertadores suele marcar con sus momentos. Lo que ayer era, hoy deja de ser y mañana
puede cambiar. Dos de los últimos tres campeones argentinos, San Lorenzo 2014 y River 2015, pasaron a octavos de milagro y luego se consagraron… Todo puede pasar y transformarse. Es así. Es la magia de este juego fabuloso. Y de la Copa.

Racing pegó el gran impacto de la LIbertadores. Sacó al campeón. Dibujó un Maracanazo. Deberá repetir la producción de la ida en Avellaneda y no copiar las dificultades en la revancha en Río de Janeiro. Deberá mejorar, por supuesto. Lo claro es que el Racing positivo de repente parece que volvió. Logró lo que se imaginaba imposible: en el escenario más complejo, salió de la oscuridad. Recicló energías. Resurgió. ¿Y ahora qué? Ahora, más allá de River y de Boca, vale apostar por Racing.

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