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Opinión

Todos de cabotaje, menos River

Sólo hay un equipo argentino en carrera en cuartos de la Libertadores, algo que no sucedía desde 2011. De nuevo, es el de Gallardo. El único con jerarquía real. La gran diferencia es el Muñeco, con su ojo, con su mano. Aunque en la serie de octavos contra Mineiro lo hayan robado, ni siquiera Boca muestra categoría para hacerse sentir en el más alto nivel internacional. La realidad es sombría.

Marcelo Gallardo sonríe, mientras sus jugadores lo escuchan. Siempre el Muñeco resuelve los problemas en el momento justo y River marca diferencias.
Marcelo Gallardo sonríe, mientras sus jugadores lo escuchan. Siempre el Muñeco resuelve los problemas en el momento justo y River marca diferencias. (RIVER)

Por Enrique Gastañaga


Cruel, pero real. Entre las limitaciones económicas multiplicadas, algunos despropósitos y cierta falta de ingenio, nuestro fútbol cada vez se achica más en todos los sentidos. Entonces, se evaporan casi en su totalidad los sueños de disfrutar a los equipos argentinos protagonizando de verdad en la máxima competencia continental. Los octavos de final de la Copa Libertadores demostraron que son todos de cabotaje, menos River.

No importa que haya sido despojado por el VAR en sus duelos contra Atlético Mineiro. La sentencia también incluye a Boca. Quedó atrapado en la política elegida por Juan Román Riquelme y compañía en los últimos mercados de pases. Se fue desarmando al extremo, no se reforzó como correspondía y terminó presentando en esta serie decisiva de la Libertadores un equipo a contramano de su historia, con futbolistas que tal vez a futuro sean una solución pero no ahora.

Le falta jerarquía a Boca. Sin un 10 que se haga cargo del equipo y sin nadie para designarle ese número tan potente, sin un 9 de verdad, sin un 5 con espalda, sin recambio en el banco que le permitiera a Miguel Russo sacudir el equipo en pleno partido, Boca fue bien gris en la Bombonera y en Belo Horizonte. Es real que pudo ganar ambos partidos, pero con un vacío creativo alarmante. Demasiado chiquito para un equipo tan grande. Si hubiera pasado a Mineiro, con ese panorama seguro que mucho más lejos no habría llegado.

Le falta jerarquía a Racing. No pudo sostener en el Cilindro la ventaja del gol de visitante que había logrado en Brasil y terminó arrollado por la contundencia del San Pablo. De nuevo, el equipo de Juan Antonio Pizzi flaqueó en un choque crucial, como en las finales perdidas por goleada ante River y Colón.

Le falta jerarquía a Vélez. Aunque el plantel de Mauricio Pellegrino suena interesante, no logró afirmarse en Guayaquil y dilapidó el 1-0 que había atrapado en la ida jugada en Liniers. No resistió ni aunque fue capaz de empatar en el arranque del segundo tiempo en tierra ecuatoriana.

Les falta jerarquía a Argentinos Juniors y a Defensa y Justicia. Tienen intenciones futboleras saludables, pero no resultaron capaces de pegar un impacto estruendoso en la Libertadores. Los de Gabriel Milito, por supuesto, la tenían más sencilla en su campo especial de La Paternal, pero concluyeron arrodillados por River. Los de Sebastián Beccacece, siempre audaces, ya habían caído en Florencio Varela ante el poderoso Flamengo y en la revancha en Río de Janeiro, aunque habían empatado cerca del cierre de la etapa inicial, culminaron goleados en la segunda porción.

Le falta jerarquía a Central. Es el único argentino en pie en la Sudamericana, en la Copa de segundo orden. Se trata de un compendio de pibes el equipo rosarino, con el talento de Emiliano Vecchio. Se instaló en cuartos de esta competición, pero seguro padecería al extremo en la Libertadores.

¿Cuánto se puede esperar del resto de los equipos? El repaso no ilusiona. El Rojo acaba de ser eliminado de la Sudamericana por el Santos, en una noche en la que desperdició una decena de situaciones nítidas de gol. Aunque haya sido un capítulo desgraciado, marcado por la mala fortuna y la pésima puntería, la realidad es que Julio Falcioni apenas junta once...

San Lorenzo es un despropósito hace tiempo y verá si puede reinventarse de la mano de un entrenador como Paolo Montero, que es un interrogante. Y para los Romero es la hora de empezar a ganar partidos para justificar las esperanzas que disparan…

Es real: entusiasma observar en acción al último campeón doméstico, a Colón. Resulta más que interesante la construcción de Eduardo Domínguez. Habrá que ver si se sostiene, o si se potencia. Sin embargo, a nivel internacional todavía no se lo puede medir.

No hay caso. Siempre River marca la diferencia. Ahora más que nunca. Es el único argentino en cuartos de final de la Libertadores. La mirada general preocupa: la última vez que sólo un equipo de los nuestros había llegado a esa instancia de la copa que obsesiona había sido en 2011. Y había sido Vélez.

A River no le importa. Lo disfruta. Todo por el ojo y la mano de Marcelo Gallardo. Se le fue Rafael Santos Borré, el goleador de su ciclo, y parece haber acertado con la incorporación de Braian Romero, quien en su momento había sido ofrecido sin éxito a Boca. Tocó el equipo sumando un volante en La Paternal y River volvió a latir con fuerza coronando una clasificación a su altura, lejos de un nivel de cabotaje...

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