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Opinión

River y Boca, cada vez más lejos de los otros grandes

La Copa Maradona llega a su última fecha. Los equipos de Gallardo y Russo, aunque priorizaron la Libertadores, muestran su potencial en el terreno local y buscarán mañana un lugar en la final. Todo mientras San Lorenzo, Independiente y Racing juegan por nada. La mayor frustración fue la del club de Boedo, que a diferencia de los de Avellaneda no disputaba torneos internacionales. La brecha se agranda

Boca vs River en el superclásico del 2 de enero de 2020
Boca vs River en el superclásico del 2 de enero de 2020 (Fotobaires)

Ahí están San Lorenzo, Racing e Independiente, cacheteados, desorientados, coronando tres grandes frustraciones, tratando de rediseñar sus horizontes futboleros, sufriendo la última fecha de la Copa Maradona. Lo que debía ser un momento de expectativa se transformó en un padecimiento. Ahí están los tres, sin chances, maldiciendo la obligación de salir a la cancha, cada vez más lejos de River y de Boca. Eso sí, hay un detalle que impacta todavía más a los de Boedo. Es que sin dudas el papelón más grande lo hizo San Lorenzo.

Es real que Racing perdió 5 de los 6 partidos en la primera fase y concluyó último en el grupo que compartió con Atlético Tucumán, Arsenal y Unión. Ni siquiera se clasificó a la Zona Campeonato y además tampoco estuvo cerca de pelear la punta en la Zona Complementación.

Midiendo sólo resultados los celestes y blancos de Avellaneda serían los peores de los tres grandes en conflicto. Sin embargo, la preocupación máxima de Racing era la Copa Libertadores, que además le presentó obstáculos durísimos en octavos (Flamengo) y en cuartos (Boca). Todo acentuado por un nutrido cóctel de lesiones. Son atenuantes para no obviar en la comparación con San Lorenzo.

A Independiente lo condena que ya no cuenta con posibilidades de discutirles la punta a Boca y River en su respectiva Zona Campeonato: perdió tres de sus cuatro partidos. Las "disculpas" pasan por su plantel reducido en cantidad y en calidad, con demasiados pibes.

También el Rojo compitió internacionalmente, en una Sudamericana que en octavos le deparó un rival accesible (Fénix, al que sentenció en la ida y de visitante) pero en cuartos lo ubicó en un duelo ultra desgastante frente a Lanús. Todo con una dirigencia que contrató a un mánager (Burruchaga) que no miraba con buenos ojos al técnico (Pusineri) que estaba al frente del equipo.

San Lorenzo era una inmensa incógnita porque había designado a su técnico en plena pandemia. Había que ver cómo respondía Mariano Soso. Y el entrenador logró lo más difícil: superó algunos episodios traumáticos con los Romero antes de la competencia. Luego, despacio, parecía que se armaba. Sembraba algunas dudas en el juego, pero los paraguayos (Angel mucho más que Oscar) iban desatando los nudos de los partidos. Mientras tanto, crecían algunos chicos (Gattoni, afirmado atrás; arriba, sumando goles Alexander Díaz y Peralta Bauer).

Así San Lorenzo clasificó a la Zona Campeonato como primero. Y en el sorteo el azar le hizo un guiño. Salió a pedir de cuervos. Le tocó en el grupo donde no estaban ni Boca ni River ni Independiente ni Huracán. Pasó de ser un candidato por obligación a otro con ciertos argumentos. Se suponía que la evolución insinuada continuaría, pero...

El problema es que San Lorenzo pareció congelarse. Se quedó sin reacción en todos los aspectos: frágil atrás, repetido en las salidas anunciadas e infructuosas desde el fondo, con escaso cambio de ritmo en el medio, con variantes ofensivas cada vez más recortadas y con un entrenador lento al extremo para cambiar.

Aunque ya en la primera parte de la copa era más que evidente que a Di Santo le costaba demasiado despegar, Soso insistió con él como “9” y relegó a quienes más habían rendido: Alexander Díaz y Peralta Bauer. Encima Oscar Romero se quedó en la mala costumbre de dibujar un par de pinceladas por partido en lugar de hacerse cargo como lo indica su contrato de estrella. ¿Por qué tan pocos minutos para Matías Palacios, tal vez la máxima promesa juvenil?

Soso no pateó el tablero nunca. Y cuando lo hizo siempre fue tarde. Se quedó con los nombres potentes y los chicos tuvieron mucho menos espacio del que merecían. Todo pasó a depender del otro Romero, Angel, y del empuje con dinámica y criterio de Ramírez. En eso solamente terminó el San Lorenzo de Soso, eliminado sin respuestas en el mismísimo Gasómetro por el modesto Gimnasia de La Plata.

San Lorenzo sufrió casos de Covid-19 y algunas lesiones, es real. Pero Racing padeció el conflicto con Diego Milito, el mánager que renunció en los momentos de definiciones. Mientras que Independiente siempre mantuvo envuelto en rumores a su técnico Pusineri. Y los dos equipos de Avellaneda además coincidieron en los problemas físicos.

Después de 28 partidos y un 45% de eficacia, Independiente echó a Pusineri y antes había despedido a Burruchaga. También luego de 28 capítulos y un 52% de puntos ganados, este domingo Beccacece dirigirá por última vez a Racing. Tras 10 encuentros y una cosecha de unidades del 53%, parece que este fin de semana ante Banfield se juega Soso su continuidad. ¡Sí, un partido para ver si sigue o no! Al menos, los dirigentes del club de Boedo dejaron que ese manto inmenso de dudas envolviera a su observado entrenador. Pasa en San Lorenzo, el del papelón más grande.

La dimensión de las frustraciones igual es un detalle. Lo que más preocupa a San Lorenzo, Independiente y Racing es que cada vez se encuentran más lejos de River y de Boca.

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