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Opinión

River recuperó su amor propio tras la frustación de Lima

Pablo Giralt y una mirada al triunfo del equipo de Gallardo en Rosario: cuánto sirve, la importancia psicológica y los interrogantes que se plantean para el futuro

Marcelo Gallardo, el DT de River
Marcelo Gallardo, el DT de River (Fotobaires)

Por Pablo Giralt

Tras la derrota en la final de la Libertadores, todos los indicadores nos llevaban a un efecto dominó en la Superliga. Y para confirmar esta teoría, la noche en Rosario comenzó dando mala espina.

Newell's le ganaba 2-0 jugando un excelente primer tiempo e ilusionando al pueblo leproso que está obligado a sumar puntos para mantener la categoría. Unos de los goles lo hizo Luis Leal -lo celebró a lo Gabigol, manteniendo fresco el amargo recuerdo-. Marcelo Gallardo estaba fastidioso, los jugadores con la cabeza gacha y la sensación era que pintaba para una noche para olvidar. Sin embargo, Nacho Fernández con un bonito gol de tiro libre les abrió los ojos a sus compañeros antes que finalice la primera etapa.

Ya en el descanso, el entrenador hizo su trabajo y los visitantes salieron a avasallar al conjunto de Frank Kudelka en el segundo tiempo. Los ingresos de Juanfer Quintero e Ignacio Scocco fueron claves para remontar el marcador. Sí, ya sé que habrán pensado algunos hinchas: ¿qué hubiese ocurrido si ingresaban vs. Flamengo hace una semana nada más? Nunca lo sabremos.

River lo dio vuelta y se quedó con un triunfo que tiene una gran relevancia en lo anímico por encima de lo futbolístico. Lo más difícil de las derrotas y aún más en las finales, es poder dar vuelta la página. Seguir creyendo en el proyecto, permitirse trastabillar para poder enderezarse y salir a flote. La ráfaga de goles de Gabriel Barbosa no es algo que ocurre todos los días y a decir verdad, para cualquier equipo es de digestión lenta.

Una semana que incluyó el enojo de Gallardo por la -a su entender- apresurada decisión de los dirigentes de vender a Exequiel Palacios cuando el año aún no finalizó. Las lesiones de Enzo Pérez, Milton Casco y Nicolás De La Cruz lo obligaron a meter mano. Y a todo esto sumarle, los rumores de salida o continuidad en una conferencia de prensa que no tenía nada de especial y se realiza todas las semanas. Me cuesta entender a quienes pensaron que el DT daría una sentencia sobre su futuro, cuando restan fechas por disputarse y la final de la Copa Argentina el viernes 13 frente a Central Córdoba de Santiago del Estero.

Al simpatizante millonario le quedan algunos interrogantes. El primero es qué pasará con Gallardo, esto sólo él lo sabe y habrá que esperar hasta que termine el 2019. Lo hace todos los años y deberán esperar que termine para sacarse la duda. Y lo segundo, cómo reaccionará el equipo de aquí en adelante con las eventuales ventas y probables incorporaciones. Por lo pronto, está más que claro que el equipo recuperó su amor propio en la noche rosarina y no es poca cosa.

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