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Opinión

River: La casa no está en orden

El andar sólido y victorioso del River Modelo 2019 tiene un punto débil: La localía. El domingo dejó pasar la chance de ser puntero en la Superliga y a lo largo del año resignó muchos puntos

Marcelo Gallardo, el DT de River
Marcelo Gallardo, el DT de River (Fotobaires)

Por Nicolás Distasio

El equipo de Gallardo jugó en la actual Superliga siete partidos como local ganando sólo tres, empatando uno y perdiendo en otras tres oportunidades. Números opuestos a los conseguidos jugando fuera de casa, ya que de seis partidos disputados ganó cuatro, empató dos y no conoció la derrota. Si a este registro estadístico de local le sumamos el primer semestre de este año la cosa tampoco mejora. En todo el 2019 jugó 15, ganó siete, empató dos y perdió ocho. Y hasta la cantidad de goles también difiere entre los conseguidos en casa y fuera de ella.

Las estadísticas en el fútbol muchas veces sirven para graficar situaciones y contextos, pero casi nunca los explican. ¿Qué le pasa a River de local? ¿Por qué tiene tan poca efectividad? Para llegar a la respuesta exacta enumeraremos algunos puntos que tienen que ver con su funcionamiento y rendimiento que, ante algunas situaciones, parecen escasos de variantes y recursos.

Es muy normal que los equipos que visitan el Monumental se sientan inferiores al equipo millonario y por eso salgan con una sola idea: Defenderse. Esta estrategia habitualmente está integrada por varios futbolistas del equipo rival. No solamente defienden los laterales y centrales, sino que, además, se suman volantes y en algunos casos hasta delanteros. Todos distribuidos en su propio campo. Muchas veces dentro o cerca de su área.

Ante esto River se siente incómodo. Parece ser la kryptonita que lo debilita futbolísticamente. Lo fastidia y hasta termina frustrándolo. El equipo de Gallardo es letal con espacios. Por su estilo y manera de jugar adora los partidos palo a palo, golpe a golpe. Cuando salen cerrados, River necesita tener una jornada de máxima precisión, de un funcionamiento colectivo ágil, fresco, rápido y tener movimientos individuales de desmarque para salir de marcas y esquemas absorbentes.

A River le falta un Pity Martínez o un Burrito Ortega capaz de entrar al área dribleando rivales

Cuando eso no pasa se convierte en un equipo inofensivo. Porque no se caracteriza por los remates de media distancia. Tampoco por aprovechar las pelotas paradas. Pocas veces ha convertido desde un córner o tiro libre indirecto. Salvo Pratto, no tiene jugadores que puedan romper desde su fortaleza física. También le falta un Pity Martínez o un Burrito Ortega capaz de entrar al área dribleando rivales. Jamás se desordena. Nunca terminará tirando centros a algún defensor central que abandonó su área para instalarse en la rival. River tiene un estilo de elaboración y pases al cual poco veces renuncia y cuando esa circulación de pelota no genera espacios o no aparece el pase filtrado que rompa defensas pocas veces coquetea con el gol.

Los rivales parecen saberlo. Hasta equipos grandes han venido a Figueroa Alcorta y Udaondo a meterse atrás, achicar espacios y cumplir con su misión: Neutralizar a River. Una misión que según reflejan las estadísticas no parece tan imposible.

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