Opinión

Pizzi es más culpable que los jugadores

Todos deben hacerse cargo, pero el DT más que ninguno. El nuevo Racing, ante un River superior, necesitaba la mano de su entrenador para disimular esas diferencias notorias. Sin embargo, Juan Antonio no ayudó al equipo y lo desnudó. Terminó en una de esas goleadas que dañan todo. Es muy difícil volver de derrotas así.

Pizzi confimó que está con fuerzas para seguir
Pizzi confimó que está con fuerzas para seguir (TNT Sports)

Por Enrique Gastañaga

Habrá que ver hasta dónde resiste este nuevo Racing. Peor no podía empezar. Aún no ganó y acaba de padecer una paliza histórica en una final contra River. Es difícil volver de derrotas así. Mucho más cuando parece que no hay piel entre Pizzi y los futbolistas. El vínculo entre las partes recién nace y no se retroalimenta. Al contrario, se deteriora. Quedó claro en Santiago del Estero: no se ayudaron. Todos deben hacerse cargo. Eso sí, jugando a repartir responsabilidades, sin dudas Juan Antonio es más culpable que los jugadores.

Los hombres de pantalones cortos, casi siempre, tienen la palabra porque deciden con la pelota y en la cancha. Sin embargo, en ciertas ocasiones, la influencia de los entrenadores resulta determinante al extremo. Ellos son quienes eligen a los jugadores, arman la estrategia y luego, durante los partidos, deciden los cambios para tratar de darle una vuelta a la historia.

Sabiendo la supremacía notoria que hoy ostenta River, necesitaban los futbolistas de Racing que Pizzi los nutriera montando un escenario de partido que les permitiera potenciarse en la adversidad. Y Juan Antonio no los ayudó.
Hizo ruido la formación inicial de Racing porque exhibía un mediocampo vacío de cambio de ritmo (Nery Domínguez, Miranda, Rojas), con una lentitud exasperante en esa zona clave del juego, donde además River sabe imponer condiciones. Encima al hombre más interesante en ese lugar, a Melgarejo, el DT optó por repetirlo como marcador lateral izquierdo, ante el desencanto que tuvo con Soto y la ausencia de Mena, quien se recupera tras ser positivo de Covid-19.

Pizzi pudo dar un paso adelante en el entretiempo, cuando River ya ganaba 1-0 y dejó en el vestuario a Reniero para poner a Aníbal Moreno con la intención de enriquecer el medio y soltar un poco más a Chancalay en ataque.

Sin embargo, tal vez engañado por su paladar futbolero, Juan Antonio desbarrancó 20 minutos más tarde. Sacó a Nery Domínguez y a Rojas para incluir a dos futbolistas bien ofensivos como Piatti y Cvitanich, pero ya con 36 años ambos y muy pero muy lejos hoy de sus actualidades más dulces. De otro modo, sólo gozando de un nivel aceptable, tanto Nacho como Darío hubieran sido titulares obvios.
Con esas dos modificaciones, Pizzi se suicidó. Le sirvió el desarrollo en bandeja a River. Desnudó el mediocampo en forma brutal y le regaló espacios para replicar. Gallardo, que encima tocó justo su equipo con la entrada de Julián Alvarez, agradecido. Enseguida llegó el segundo. Fueron cuatro goles en once minutos...

Fue pésima la lectura de Juan Antonio. Ahí Racing aún estaba en partido. Perdía sólo por un gol. Estaba a tiro. A una pelota parada, a un error rival, a un acierto propio del empate. En todo caso, como opciones más recomendables para ese marco, se insinuaban Alcaraz o Lovera, más rápidos, más vivaces, más intensos que Nacho y Darío. Tampoco se entiende, ya en el final, 0-5 abajo, el ingreso de Ezequiel Schelotto por Chancalay.
Después del desorden generado por las resoluciones del entrenador, ¿hasta dónde se puede responsabilizar a los jugadores de Racing? Se entiende la desorientación por el modo en que el equipo quedó parado con Piatti y Cvitanich en cancha y por la catarata inmediata de goles millonarios. También es real que no exhibieron ningún tipo de reacción ante la presión de River. Después, ante las pérdidas en varios goles, se registraron algunos retrocesos desbordados de lentitud, casi al trotecito. ¿Desidia o impotencia?

Sabrán Pizzi y los jugadores lo que en realidad sucede en la intimidad. ¿Hasta dónde los futbolistas están conformes con el técnico? A no olvidarse de la sugestiva definición de Iván Pillud en los días previos: “No estamos preparados para competir con el River de Gallardo”. ¿Para quién fue esa frase? La sensación es que no hay piel.

Era lógica una derrota de Racing, pero no una humillación semejante. Se trató de un papelón de verdad. Es que se entregó. Juan Antonio, con altura, afirmó: “Soy el máximo responsable”. El sabrá si lo siente o lo declaró para la ocasión. Igual no importa. Tiene razón. Todos deben hacerse cargo de su parte, pero Pizzi fue más culpable que los jugadores. Falló demasiado y estacionó en una de esas derrotas que dañan todo, hasta la credibilidad...

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