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Opinión

Ningún 9 de River asombró como Palermo

El equipo de Núñez gozó con goleadores sensacionales. Algunos, ídolos indiscutidos. Sin embargo, al menos en los últimos 30 años, ninguno alcanzó esa magnitud de superhéroe que ostenta el Titán, siempre listo para dibujar las situaciones más irreales y locas, siempre con una aventura o con una hazaña a mano. Y no jugó en River por un llamado de Maradona...

Martín Palermo, en su último partido en La Bombonera
Martín Palermo, en su último partido en La Bombonera (Fotobaires)

¿Estás loco? No firmes ahí. Venite para acá. Hay un palo más”, asegura Diego Maradona que le dijo a Martín Palermo una noche de mediados de 1997. El Titán justo estaba llegando al Monumental para transformarse en jugador de River, cuya Comisión Directiva inclusive había aprobado su incorporación. Sin embargo, el 9 escuchó al 10, frenó y cambió de rumbo. Eligió Boca...

Desde siempre, River disfrutó a futbolistas excepcionales en los más diversos roles. A lo largo de su exquisita historia, por ejemplo, gozó con una colección de goleadores sensacionales. Sin embargo, por culpa de Maradona, River se perdió al goleador que más asombró en el fútbol argentino en los últimos 30 años.

No se trata de evaluar las condiciones técnicas, de medir la belleza de los desplazamientos y la sensibilidad en las ejecuciones. Es más: en una fría comparación de virtudes y defectos individuales, muchos de los centrodelanteros que gritaron con la camiseta de la banda roja en diagonal le ganan a Palermo.

A River le sobra derecho a la jactancia con sus goleadores, porque además muchos de ellos excedieron a esa función específica y también supieron hacerse más que valiosos afuera del área. A toda velocidad, sin pensar demasiado, surgen 15 centrodelanteros en los últimos 30 años, algunos de jerarquía suprema:


1) La clase explosiva de Ramón Díaz, mezclada con la sabiduría de la experiencia a principios de los 90, cuando encaró su último paso por Núñez.

2) La potencia con definiciones ricas e históricas de Hernán Crespo, héroe y goleador por duplicado en la final de la Libertadores 96.

3) Las resoluciones principescas de Enzo Francescoli, en esa misma Copa y en el tri de 1997.

4) Las matadoras apariciones, también talentosas, de Marcelo Salas, divididas en dos etapas, la primera mucho más prolífica.

5) La exactitud de Juan Pablo Angel para resolver con frialdad máxima cada situación frente a los arqueros.

6) Debutante a los 15 años, Javier Saviola festejó con sus rasgos electrizantes una y otra vez a pesar de su físico pequeño.

7) A los 17 se inició Gonzalo Higuaín en la Primera de River. Jugó menos de 50 partidos y no salió campeón. Boca sufrió su jerarquía. El Real Madrid se lo llevó enseguida.

8) Casi cuatro años lastimó Radamel Falcao en el centro del ataque de River. De primera clase también. Campeón con Diego Simeone como DT.

9) En su etapa en Núñez, Ernesto Farías coincidió con Falcao y redondeó un promedio de medio gol por partido.

10) Ídolo se hizo Fernando Cavenaghi con su versatilidad para superar los 100 goles en tres etapas y con su prueba de amor cuando pidió volver para poner la cara en la B Nacional, en el instante más caliente de la historia del club.

11) Confeso hincha de River, a los 34 años, David Trezeguet jugó la segunda parte en el ascenso y estuvo en la vuelta a Primera. A pesar de encontrarse en el último tramo de su carrera y de algunas lesiones, también hizo de las suyas y se acercó al medio gol por encuentro de promedio.

12) El pasaje de Teo Gutiérrez se destiñó en el final: eligió irse cuando se venían las semifinales de la Libertadores 2015.

13) El hueco de Teo lo exprimió a la perfección Lucas Alario. Impuso su presencia para darle el mejor cierre a esa Copa 2015.

14) No se olvidarán los alaridos de Ignacio Scocco, sensuales, en instancias decisivas y repetidos frente a Boca.

15) Bien caliente permanecen las celebraciones de Lucas Pratto en modo Oso y por triplicado en las finales contra Boca históricas, inigualables, de la Libertadores 2018.

Los 15 sacudieron los corazones de River en mayor o menor proporción, más cerca o más lejos de los rasgos habituales de un 9 clásico, algunos como segunda punta, varios inclusive compartiendo formaciones en distintos momentos. De todas maneras, seguro todos pierden en algo con el Titán. Ninguno asombró tanto como Palermo.

En los últimos días se refrescó como nunca el muletazo en la Libertadores 2000 contra River porque justo el 24 de mayo se cumplieron 20 años. Fue impactante. Fue también apenas una de las tantas aventuras inolvidables de Palermo. Es que, más allá de esos números que lo muestran como el máximo goleador en la historia de Boca y de la Bombonera, un verdadero Titán resultó Martín.

Palermo les hizo goles a todos, de todos los colores y en todos los estados. No sólo en cámara lenta como aquella vez ante River. Con los ligamentos rotos de una rodilla. Resbalándose y pateando un penal con los dos pies. De cabeza, a 40 metros del arco. Desde la mitad de la cancha. De chilena o de tijera, inventando piruetas. A veces amagando y eludiendo rivales, como ante San Pablo, en el Morumbi, en la definición de la Recopa 2006. Muchos en superclásicos. Dos al Real Madrid en Tokio. Casi siempre en las finales. Con el optimismo en su pico más alto. También con el corazón destrozado, como ese doblete que hizo llorar a toda la Bombonera el día que jugó para homenajear a Stéfano, su hijito fallecido cuatro días antes...

Puede darse el lujo el Titán de no contar un par de goles de Selección para la memoria, aquel bajo la lluvia contra Perú en el Monumental y el que le hizo a Grecia en Sudáfrica convirtiéndose en el goleador debutante más veterano en los Mundiales.

Tal vez uno de los grandes secretos de Palermo haya sido que siempre creyó. Que jamás se escondió. Que nunca le temió al ridículo, arriesgándose inclusive a quedar instalado en la historia como el único jugador que falló en la Selección tres penales en un partido.

Los logros de Palermo multiplican su valor porque todo lo dibujó en inferioridad de condiciones técnicas si, por ejemplo, se lo compara con la mayoría de los 15 goleadores que le regalaron felicidad a River en los últimos 30 años. A todos seguro los superaba en el cabezazo y por lo menos los igualaba en convicción y en mentalidad. Después, con todos seguro perdía en velocidad, en habilidad, en manejo de la pierna derecha, en ductilidad, en estética de movimientos. Eso sí, las situaciones más irreales, más locas, con el Titán eran posibles. Nada con él se descartaba. Sin embargo, aunque todo de Martín se esperaba, siempre volvía a sorprender con una aventura, con otra hazaña. Un verdadero superhéroe.

¿Qué hubiera ocurrido si Maradona aquel día no llamaba a Palermo? ¿Hubiera impactado tanto el Titán en River como lo hizo en Boca? Imposible saberlo. Diego llamó y Martín construyó una carrera de película vestido de azul y amarillo. River igual gozó con otros goleadores fabulosos en los últimos 30 años, pero ninguno asombró tanto como Palermo.

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