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Opinión

Messi es víctima de su estrategia

Es el peor partido de Leo, sin dudas. El genio jugó pésimo y perdió. Estuvo fuera de tiempo en todo: recién habló cuando ya no había solución. Antes, quiso irse gratis con un burofax y a pura rebeldía. Decretó la guerra, pero en plena batalla se arrepintió. Dolía que se vaya así. Duele que se quede así. Una pena

Lionel Messi en el encuentro entre el Barcelona y el Bayern Munich
Lionel Messi en el encuentro entre el Barcelona y el Bayern Munich (EFE)

No debe enceguecer la admiración que genera el Messi-futbolista. Después de su testimonio, tal vez queda la sensación de que Leo es la víctima. Error: el genio es víctima sólo de su propia estrategia.

Messi ataca al presidente Bartomeu porque no cumplió la palabra y no lo dejó irse gratis. En un negocio con tantos millones e intereses políticos en juego, ¿de verdad Leo esperaba un comportamiento así de alguien que había contratado una agencia para desacreditar a los jugadores, que recorre el tramo final de su mandato, que ya perdió a Neymar, que no podía perder al jugador más grandioso en la historia del club y que además está sospechado de corrupción? Suena demasiado ingenuo...

También resulta contradictorio Messi en un punto. Le reclama a Bartomeu que respete la palabra. Todo mientras el propio Messi justamente a su propia palabra no le otorga valor: una vez más, el crack habla tarde, a destiempo. Todo lo que dijo en los quince minutos de entrevista con Goal.com debió haberlo dicho mucho antes, por ejemplo un par de días después de la paliza sufrida contra el Bayern Munich.

El testimonio de Leo hubiera tenido un valor más potente antes del envío del burofax y de sus faltas a las prácticas. Tal vez tampoco lograba irse, pero seguro se hubiera desgastado menos y a los fanáticos del Barcelona los hubiera conmovido mucho más. Si lo escuchaban primero, no hubiera sonado feo que luego apelara a recursos legales.

Es demasiado el barro para ese cuento perfecto que Messi y el Barcelona juntos contaron durante 20 años. Era doloroso que se vaya así: después de una derrota histórica por 8-2 en Champions y con un megaconflicto con todos estos matices. Es doloroso también que se quede así: como si lo tuvieran encarcelado, enojado, sin estar convencido, con dirigentes que rechaza, con un técnico que mira de reojo, con un plantel que no percibe ganador y luego de una guerra insólita que él mismo desató.

Ya está. No será fácil lo que viene, pero tampoco imposible de remontar. Se trató del peor partido del crack. Se equivocó, se enojó más de la cuenta, no se enfrió a tiempo. No lo ayudaron desde su entorno: no supieron cómo calmarlo, calcularon mal, fallaron los abogados, tampoco arriesgaron los clubes interesados. Al cabo, el golpeado y acusado Bartomeu resultó más fuerte de lo que imaginaron... No hay dudas: Messi perdió porque jugó pésimo. Al cabo, sólo es víctima de su estrategia.

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