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Opinión

Lima queda lejos, pero no tanto

El periodista Hernán Castillo analiza las idas y vueltas de la Conmebol en torno a la designación de la sede de la final de la Copa Libertadores que disputarán River y Flamengo

La conferencia de prensa en la que la Conmebol anunció a Lima como la sede de la final de la Libertadores 2019
La conferencia de prensa en la que la Conmebol anunció a Lima como la sede de la final de la Libertadores 2019 (EFE)

Por Hernán Castillo

El hincha de River pensó que nada parecido podía pasarle jamás después de vivir la final de la Copa Libertadores 2018 que se retrasó casi un mes y terminó jugándose en Madrid. Pero la locura sudamericana nos supera día a día.

La Conmebol y su pretencioso sueño de emular a Europa nombraron hace poco menos de un año a Santiago de Chile como la sede de la final de la Copa Libertadores y a Lima como la de la final de la Copa Sudamericana... Nada se cumplió. Y encima la final peruana que, no podía hacerse para la Sudamericana, finalmente sí pudo darse para la Libertadores. Raro, ¿no?

¿Tiene verdadera culpa la Conmebol en esta historia? ¿O es una víctima de los problemas políticos? Las dos cosas. Es una víctima y tiene la culpa. Víctima porque no puede saber dónde habrá líos, pero culpa por no entender que Sudamérica no es Europa.

Encima, pensando en que en esta oportunidad el cambio no podía tener ninguna ciudad de Brasil y de Argentina para garantizar la neutralidad ya sabiéndose los protagonistas, solamente quedaban ocho países para albergar la final. Pero con Chile descartado y Bolivia, Ecuador y Venezuela en situaciones similares, desde lo social y lo político, pasaban a quedar cuatro.

Como no querían cambiar la fecha, Uruguay aparecía tachado porque el 24 de noviembre hay ballotage y la seguridad estará abocada a eso. Así sólo quedaban Asunción, alguna de Colombia o Lima... y Lima, que era no, pasó a ser sí.

Otro gran error de Conmebol fue respaldar dos veces la final en Chile cuando el sentido común ya marcaba la imposibilidad de hacerla allí. Ahora ya es tarde, los 12.500 hinchas de River y los 12.500 de Flamengo agotaron las entradas y tiene pasaje abierto a Santiago por un año. Un despropósito y una falta de respeto. Un atropello. Pero marche preso y ahora hay otros miles que sacarán pasaje a Lima, que pasó de valer 200 dólares a 1.000 en apenas lo que tarda en redactarse un tweet de Conmebol para confirmar la nueva sede del 23.

Todo en nombre de la pasión. Esa que acerca a la locura. Esa de la que se aprovechan. Porque al final, Lima queda lejos, pero no tanto.

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