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Opinión

Hace 15 años, Batistuta le decía adiós al fútbol

Cansado de las lesiones en sus tobillos, el Bati anunciaba su retiro luego de rescindir el contrato que tenía con el Al-Arabi de Qatar. Delantero estrella de los 90, disputó tres Mundiales y dejó su marca en la Selección Argentina y en la Fiorentina

Gabriel Batistuta, delantero histórico de la Selección Argentina
Gabriel Batistuta, delantero histórico de la Selección Argentina

Por Federico Del Río

"Doha, 13 de marzo de 2005. Por la presente informo oficialmente mi retiro definitivo como futbolista profesional. Agradezco a todos los que me ayudaron durante mi carrera. En primer lugar a mi familia, a mi representante, a los hinchas, dirigentes, árbitros, empresarios, trabajadores de este deporte, cuerpos técnicos, periodistas y a mis colegas futbolistas". Así era el comienzo de la carta que escribió Gabriel Omar Batistuta hace exactamente 15 años para ponerle punto final a su extensa y exitosa trayectoria como jugador. Un delantero implacable, de los top mundial, que hizo historia en el fútbol italiano y con la camiseta Argentina.

Bati fue el máximo goleador de la Selección (56 goles en 78 partidos) hasta que lo desbancó un tal Lionel Messi. Bati fue el que se vistió durante una década de violeta y se transformó en el máximo goleador de la historia de la Fiorentina (207 gritos en 332 encuentros), adonde lo veneran como a un Dios. De hecho, en la entrada al estadio tiene su propia estatua. Bati fue el que Bielsa rescató en Newell’s cuando no lo querían "por gordito" y el que años más tarde "no puede jugar junto con Crespo". Bati fue el que no esperaron en River, el que explotó en Boca, el que pudo ganar el Scudetto con la camiseta de la Roma, el que pasó por Inter y se despidió en el ignoto Al-Arabi de Qatar.

"Rescindimos de común acuerdo con el club Al-Arabi mi último contrato como jugador. Y ahora continuaré mis compromisos contractuales, publicitarios, empresariales, y finalizaré los estudios a distancia para la dirección técnica. Gracias por tanto afecto, Gabriel Batistuta", cerraba la carta con la que comunicó su adiós a la pelota. Los dolores y las lesiones en las rodillas y tobillos ya eran un peso para él. Sumado a que llevaba casi 11 meses sin hacer un gol y apenas había disputado tres partidos en ese 2005, en los que había errado dos penales. Ya no era el Batistuta que todos habían conocido y prefirió bajar la persiana.

Ya había hecho mucho más de lo que imaginaba cuando debutó en septiembre de 1988. Más de 300 goles de todo tipo, festejos marca registrada, el 9 como número que lo distinguía y una idolatría que traspasaba fronteras. Fue la figura argentina que emergió después del primer adiós de Maradona, con quien terminó siendo compañero. Con la Selección ganó las Copa América 91 y 93, la Copa Confederaciones 92 y la Copa Artemio Franchi 93. También disputó los Mundiales 94, 98 y 2002, el del llanto y la gran frustración. Ganó títulos con River, la Fiorentina y la Roma, fue goleador de los torneos más variados y distinguido hasta con la llave de acceso a la antigua ciudad de Florencia.

A pesar de ser una figura internacional, Batistuta siempre renegó del ambiente del fútbol. No era de esos jugadores que miran todos los partidos o están al tanto de todo lo que pasa. Más bien, al contrario. Por eso, aunque en ese momento que colgó los botines pensó en terminar el curso para ser DT, nunca ejerció. Apenas comentó partidos por TV y tuvo un breve paso como manager de Colón, en 2011. El golf se transformó en su cable a tierra después del fútbol, aunque las secuelas que le habían dejado las lesiones en los tobillos lo obligaron a volcarse al polo para no tener que pisar porque los dolores eran insoportables para él, al punto tal que hace seis meses le pusieron una prótesis en el tobillo izquierdo para mejorar su calidad de vida.

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