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Opinión

Carlos Reutemann, el piloto colosal que no necesitó corona para ser campeón

Lole dejó una huella en la Fórmula 1. Durante once años mantuvo enganchados a todos los argentinos. Perdió el título en 1981 porque Williams, su mismo equipo, lo boicoteó. Después, vino el político que fue dos veces gobernador de Santa Fe y varias senador. 
 

Carlos Reutemann marcó una época en la Fórmula 1 y mantuvo expectantes a todos los argentinos.
Carlos Reutemann marcó una época en la Fórmula 1 y mantuvo expectantes a todos los argentinos.

Por Enrique Gastañaga

Habían pasado 25 años del campeonato de Fórmula 1 que se le escapó en las vueltas finales de la última carrera de un 1981 inolvidable. Tanto tiempo no había alcanzado para cicatrizar las heridas ni para contestar algunas preguntas. Hasta que una circunstancia, en diciembre de 2006, lo ubicó a Carlos Alberto Reutemann en el lugar ideal para buscar esas respuestas que necesitaba.

Lole viajó a Londres para recibir un premio de la revista Autosport. Estuvo un par de días en la ciudad y visitó la central de Williams, la escudería con la que arañó aquel campeonato. Se detuvo frente a cada uno de los autos que había manejado. Mientras observaba, a Frank Williams y a su hijo Jonathan les preguntó y les preguntó…

¿Por qué se corrió con un chasis diferente las últimas carreras? ¿Por qué a mitad de camino se cambiaron las gomas Michelin (sumó 37 puntos con ellas), que tan bien funcionaban, por las Good Year (12 puntos)? ¿Por qué el motor diferente utilizado en Hockenheim? Varias de esas consultas también se las repitió en otro sitio londinense al ingeniero de aquellos tiempos Neil Oatley. Quería cerrar el círculo Reutemann. Y lo cerró. Según sus conclusiones, no pudo ser campeón del mundo de la F1 “por una mezcla de acontecimientos absurdos”.

Lole Reutemann fue un campeón sin corona. Merecía aquel título, pero la escudería le jugó en contra. En el GP de Brasil, iba primero, le llegó la orden de boxes para que dejara pasar a Alan Jones, su compañero australiano y piloto 1 de Williams, pero no hizo caso y ganó. En el podio nadie del equipo lo acompañó. Algo se había roto. Luego, volvió a imponerse en Bélgica y sacó una ventaja grande, que más tarde se diluyó ante muchas versiones que señalaban que el equipo lo quería perjudicar.

A Las Vegas, a la carrera final, Reutemann llegó como líder del campeonato, con un punto de ventaja sobre el brasileño Nelson Piquet. Lole y Jones rompieron motores en la clasificación. Había uno nuevo y otro usado. Por supuesto, Reutemann pidió el nuevo, pero Williams no se lo dio. Se lo cedió al australiano, que no tenía chances de ser campeón. El mundo del revés. Incomprensible. Lole corrió con el motor usado y salió octavo. Piquet fue quinto y campeón. Una injusticia total.

Tiempo después el propio Nelson Piquet, el brasileño que se quedó con ese título, cuando le preguntaron si Williams había contribuido para que Lole perdiera el campeonato, declaró con máxima contundencia: “No tengo la más mínima duda. Reutemann no recibió la ayuda que merecía de su equipo”.

Reutemann nació en Santa Fe el 12 de abril de 1942. Lo apodaron Lole cuando era niño. Amaba los animales y a cada rato quería ir a ver los lechones. Claro que él lo decía de un modo singular, omitiendo una ‘s’ y de corrido: “lolechones”... Fue un piloto extraordinario, frío, cerebral. Debutó en el automovilismo a los 23 años. Ganó algunos títulos de Turismo Nacional. Viajó en 1970 a Europa y enseguida, en 1971, fue subcampeón del Europeo de Fórmula 2. Al año siguiente, a una edad considerada tardía, ya con 30 años, aterrizaba en la Fórmula 1: Brabham lo contrató.

Demostró pasta desde su debut: hizo la pole position en el GP de Argentina. Fueron once temporadas en la F1, desde 1972 a 1982: cinco en Brabham, dos en Ferrari, una en Lotus y las últimas tres en Williams. Acumuló 12 victorias y subió a 45 podios en 144 carreras. Aparte del subcampeonato de 1981, tres veces resultó tercero en el campeonato de F1: en 1975, 1978 y 1980.

En semejante camino, más allá de aquel título frustrado, dibujó montones de historias imperdibles. Otra mítica: el día que marchaba puntero cómodo y se quedó sin nafta a media vuelta del final en el Gran Premio de Buenos Aires. Un mes y medio más tarde, ganaría su primera carrera en Sudáfrica.

Después de sus aventuras en la F1 y de un par de años en el Rally, apareció otro Lole. No sólo el productor agropecuario… Nacía otro Reutemann, el político. Bajo el liderazgo de Carlos Menem, dos veces fue elegido gobernador de Santa Fe. Ahora era senador nacional por Cambiemos.

A principios de mayo, Carlos Reutemann había sido internado por una hemorragia digestiva. Luchó y peleó como siempre, hasta donde pudo. A los 79 años, murió Lole. Viaja al cielo con todas las preguntas respondidas. No tiene corona, pero se va un campeón.

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