Cada día Tevez es menos ídolo
¿Carlitos inocente o culpable? El partido de su renovación contractual se transformó en una estúpida lucha de egos, millones y desconfianzas. No hay santos. Todos son responsables de esta pulseada patética que perjudica a Boca. Eso sí, de los protagonistas involucrados, el “Jugador del pueblo” es quien más pierde. Como en su ida silenciosa a China, de nuevo destiñe su imagen sin sentido con contradicciones. Riquelme y compañía no lo sienten en el mismo equipo y lo desgastan con ganas
Hombre de orígenes más que humildes y de múltiples gestos para el aplauso, talento diferente y ganador, caminando hacia los 37 años, Carlos Tevez todavía no aprendió a manejar con sensibilidad su relación con la parte del Mundo Boca que en realidad importa. No es la primera vez que el crack, con modos innecesarios y seguro sin pretenderlo, tirotea su vínculo con el hincha. Ahora, en esta polémica renovación de contrato, la historia se repite. Acaba de reinventarse como futbolista y de ser campeón otra vez, invita a creer que el cierre de su carrera será con el nivel y con los colores que su trayectoria merecen, pero de repente se engancha en una inesperada discusión de egos, millones y desconfianzas. ¿Tevez inocente? ¿Tevez culpable? Tanto se embarró la cancha que cuesta descifrarlo. Si alguna vez no se supo bien por qué se iba, ahora tampoco se sabe bien por qué se demora tanto la coronación de su continuidad. Lo que está muy claro es que así su imagen de nuevo se desgasta. Al cabo, cada día Carlitos es menos ídolo.
Con su saludable recuperación futbolística de la mano de Miguel Russo y con su influencia innegable en este Boca que le ganó la última Superliga nada menos que a River, Carlitos remontaba el barrilete pesado que se le había venido abajo cuando resolvió irse a China, detrás de una fortuna, en silencio, sin explicar las razones de la partida. Después de aquel profundo desencanto, parecía que Tevez otra vez empezaba a ganarse el corazón de esos hinchas que habían llenado la Bombonera un día de semana para celebrar y para agradecerle su regreso esplendoroso, tras disputar la final de Champions con la Juventus. La relación comenzaba a restaurarse, pero…
Surgió este conflicto contractual lleno de grises y de versiones contrapuestas. En ese debate que a Boca lastima, Tevez queda atrapado por las contradicciones, con demasiados cabos por atar:
# Si el deseo real de Carlitos es retirarse en Boca y si desde un principio pensó en donar todo su contrato a una ONG, ¿qué sentido tiene prenderse en este ida y vuelta colaborando para que alcance una máxima tensión?
# Si el dinero para el Apache no resulta un problema, en esta realidad dinamitada por la pandemia, ¿cuál es el inconveniente de aceptar una fuerte reducción salarial que de todos modos igual lo mantiene como el mejor pago del plantel?
# Sabiendo que Boca y cualquier otro club del planeta, en este momento y en todos los momentos, no harían nada por forzar la continuidad de un futbolista al borde del retiro que no ofrece ningún tipo de respuestas en la cancha y que percibe el contrato más alto, ¿por qué Tevez insistió en agregar la cláusula de salida a fin de año apoyándose en una eventual falta de respuestas físicas después de una inactividad tan larga?
# Si el tiempo del vínculo era tan decisivo en esta negociación, ¿por qué de entrada no les dijo cara a cara a Riquelme y compañía que pretendía firmar hasta diciembre? Según aseguran desde el entorno del 10, de ese punto se enteraron a través de los dichos radiales de Carlitos.
# Si de verdad el ídolo quiere despedirse del fútbol en Boca, ¿por qué especuló con un par de otros destinos posibles (Corinthians y West Ham) en caso de irse del club a fines de este 2020?
# Si la bronca es tan grande ante la calificación de “ex jugador” que le adjuntaron Jorge Bermúdez y Raúl Cascini, ¿por qué no llamó directamente a Juan Román Riquelme (encabeza esta negociación en nombre de Boca) para preguntarle si en realidad lo quieren en lugar de comunicarse con el presidente Jorge Ameal?
Tevez se enganchó en una pulseada que involucra a protagonistas bravos. Así como él no es ningún ingenuo, quienes defienden los intereses de Boca tampoco lo son. Es evidente que estos dirigentes observan a Carlitos como una bandera de Daniel Angelici y del macrismo. Tienen la misma camiseta que Tevez, pero no lo sienten del mismo equipo. Sucede inclusive con Juan Román Riquelme, el crack devenido en vicepresidente. Ocurre también con los otros tres ex jugadores que trabajan en el Consejo de Fútbol, Jorge Bermúdez, Raúl Cascini y Marcelo Delgado, soldados fieles del 10.
Aquellos que hasta hace un tiempo fueron jugadores, como corresponde a un buen equipo, siguen una misma línea y se distribuyen funciones. Román, el de mayores responsabilidades en la conducción del Consejo de Fútbol, esconde la pelota, aferrado a un silencio ya exasperante. El Patrón y el Mosquito, con lenguas tan filosas como agresivas, barren sin importar el daño al rival. El Chelo, algo menos confrontativo, espera el momento para picar al vacío. Todos desgastan con ganas a este Tevez contradictorio.
Por algo Riquelme y sus muchachos revelaron detalles contractuales y lo llamaron “ex jugador” a Tevez. Por algo, luego de que Carlitos hablara por radio, lo señalaron como mentiroso y lo ataron a una supuesta campaña para desembocar en la presidencia dentro de tres años de la mano de Angelici. Por algo estallaron de bronca cuando el Apache pasó por encima de ellos y trató de destrabar la historia con una llamada telefónica al presidente Jorge Ameal.
No hay santos en esta estúpida lucha potenciada por los egos. No lo es Riquelme. Tampoco, Tevez. El más perjudicado de todos es Boca, que no tiene paz ni después de ganarle un título a River y que no garantiza tenerla después de este tiroteo de vanidades y desconfianzas. Sin embargo, considerando sólo a los protagonistas involucrados en este conflicto, el que más pierde por lejos es el Apache. ¿Inocente? ¿Culpable? Tantos son los grises que ya no se sabe. En el medio, hay plata. Aunque diga que no es importante y que la donará, el dinero siempre representa un ítem ultrairritante que lo debilitó al extremo cuando se fue a China en silencio. El hincha, el mismo hincha que en aquel momento quedó con el corazón herido, ahora observa cómo en esta nueva historia la imagen del “Jugador del pueblo” vuelve a desgastarse sin sentido. En definitiva, cada día Tevez es menos ídolo. Una pena.