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Opinión

Boca vive a destiempo y no reacciona

¿Por qué no aceleró antes por Ramírez? Llega con el equipo afuera de la Libertadores y en la previa de un Superclásico crucial. Tampoco hizo un gran negocio. Una detrás de otra: creyó en Cardona y se desengañó, la vergüenza en Brasil, tiró de la cuerda al extremo por Villa y sumó otro escándalo...Así le da ventaja a River, el único del fútbol argentino que no es de cabotaje.

Juan Ramírez celebra un gol con la camiseta de San Lorenzo. En Boca lo esperan para que cambie el ritmo. El equipo de Russo lo necesitaba antes.
Juan Ramírez celebra un gol con la camiseta de San Lorenzo. En Boca lo esperan para que cambie el ritmo. El equipo de Russo lo necesitaba antes. - Martin Nievas (PIT GF)

Por Enrique Gastañaga

Cada mercado de pases resulta más complicado para los equipos argentinos. Es clave la claridad y la convicción para definir objetivos y urgencias. ¿Qué se busca? ¿Cuánto se puede pagar? ¿Qué beneficios puede retribuir el jugador en cuestión? ¿Para cuándo se lo requiere? Los interrogantes se imponen en todos los casos, pero mucho más cuando se encara una renovación profunda con la obligación al mismo tiempo de lograr un protagonismo total. A Boca le cuesta responder esas preguntas. Y cuando contesta correctamente, lo hace tarde. Todo a destiempo. No hay reacción. Así River le saca ventajas… Vale como paradigma el pase de Juan Ramírez.

Puede sonar cruel, pero es real. En el fútbol nuestro, todos carecen de jerarquía internacional, menos River. Es también una realidad dictada por esta edición de la Libertadores. El millonario es el único equipo argentino que se instaló en los cuartos de final. Hace una década que no sucedía algo así en la Copa que más obsesiona: en 2011 sólo Vélez accedió a esa fase.

Sí, menos River, todos son de cabotaje en el fútbol argentino. La sentencia incluye a Boca. No importa que haya sido perjudicado por la aplicación del VAR en sus duelos de octavos de la Libertadores contra Atlético Mineiro. Pasa por el juego, por lo que expuso con la pelota el equipo de Miguel Russo tanto en la Bombonera como en el Mineirao. Demasiado poco para semejante gigante. Todo con un equipo a contramano de su historia, con futbolistas que tal vez a futuro sean una solución pero no ahora. Sin recambio en el banco para torcer el desarrollo.

Boca quedó atrapado en la política y en los modos elegidos por Juan Román Riquelme y compañía en los últimos mercados de pases. Se fue desarmando al extremo, no se reforzó como correspondía. Tal vez la mejor de las incorporaciones sea la última: Juan Ramírez. Eso sí, una operación tardía. Bien a destiempo.

¿Por qué Boca no aceleró antes por el zurdo de San Lorenzo? Lo hizo sobre el arranque del campeonato local, generando una turbulencia innecesaria en el club de Boedo, exponiendo al futbolista y sin lograr ningún tipo de beneficio en el corto plazo. Además, tampoco se ahorró una fortuna: no hizo un gran negocio.

A este Boca no sólo le falta un “9” que haga ruido de verdad. Hace rato carece de un mediocampista que rompa con cambio de ritmo, gambeta y velocidad, todas esas virtudes que distinguen a Ramírez. Lo que necesitaba Miguel Russo era contar con el ex Argentinos y Talleres en el inicio de la pretemporada, como para insertarlo en el equipo y que llegue adaptado a los duelos con Mineiro.

El problema es que el de San Lorenzo aterriza recién ahora, cuando la Libertadores ya es un recuerdo lleno de impotencia y de bronca. Tal vez con él en cancha Boca hubiera lastimado más a los brasileños y las quejas por el VAR ahora serían apenas un detalle menor. Encima Ramírez también desembarca a menos de una semana del Superclásico por la Copa Argentina. Si juega contra River lo hará con adaptación cero.

No se entiende por qué Boca no aceleró a fondo en el inicio del mercado. Ahora terminó pagándole a San Lorenzo unos 3.500.000 dólares por el pase del zurdo de 28 años. Casi nada se ahorró en comparación con los 4.000.000 que de arranque pretendían los de Boedo. Dinero no le faltaba al xeneize porque en los últimos días además se reforzó con el peruano Luis Advíncula (2.300.000 dólares), aunque como lateral derecho cuenta con Marcelo Weigandt y con el juvenil promisorio Eros Mancuso...

Valía la pena también arriesgar antes la inversión por un jugador como Ramírez, que puede marcar alguna diferencia, porque los premios que entrega la Libertadores son más que jugosos. Si Boca saltaba a cuartos, embolsaba 1.500.000 dólares; y si llegaba a semis, sumaba 2.000.000 más. Si avanzaba a la final, cobraba seguro otros 6.000.000 por ser subcampeón o 15.000.000 más si levantaba la Copa. Todo sin contar la Recopa y el Mundial de Clubes…

Juan Ramírez debía llegar al mundo xeneize cuando lo hicieron Norberto Briasco (1.750.000 dólares por el 50 %), Nicolás Orsini (3.500.000 por el 80 %) y Esteban Rolón (500.000). Ahí el equipo lo necesitaba. Ahora seguro que aportará, pero en principio parece bastante tarde. La Libertadores ya fue y el Superclásico está ahí nomás. No era momento para dudar.

Era para que Boca y Juan Román Riquelme actúen como River y Marcelo Gallardo con Braian Romero. Apenas se confirmó que no seguía Rafael Santos Borré, en Núñez resolvieron a toda velocidad el arribo del delantero que supo reconvertirse en Defensa y Justicia, ese mismo atacante que en su momento había sido ofrecido a Boca…

El Caso Ramírez es apenas un detalle. Boca viene sumando desaciertos. Riquelme creyó en Edwin Cardona, le dio otra oportunidad y el colombiano no pagó igual, tanto que ni la Libertadores lo conmovió y ni 10 le pueden dar. Después, el lío y las trompadas en Brasil, con cero autocrítica. Ahora, el escándalo con Sebastián Villa, quien había sido elegido por Román como el mejor. Y la oferta del Brujas no es mala, considerando el perfil completo y ruidoso del del delantero colombiano... Una detrás de otra.

No alcanza con la camiseta pesada. Tampoco con el imán que representa una mega figura como Riquelme. Es otra época. Exige lecturas profundas, astutas, con velocidad y precisión en la resolución de los temas más calientes. El caso de Juan Ramírez vale como paradigma. El problema es que no es sólo la única mancha. Le pasa a Boca porque vive a destiempo y no reacciona.

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