Argentina no necesita a Pep
Guardiola es una tentación, pero a la Selección debe dirigirla un argentino. A toda velocidad, surgen muchos candidatos nacidos aquí ultra seductores, con prestigio. Elegir a un extranjero, aunque se trate de un fenómeno, sería un cachetazo brutal para nuestros técnicos y además abriría una grieta innecesaria.
Sería fabuloso, pero mejor no. Que Guardiola elija otra selección. Argentina no necesita a Pep. Sobran entrenadores con jerarquía total nacidos en este país para dirigir la celeste y blanca. La mirada excede esta actualidad por cierto dulce, con la conquista todavía bien fresca de la Copa América, después de 28 años sin títulos. Nuestros técnicos vienen marcando una huella importante aquí y en el mundo desde siempre. Hoy no es la excepción.
El tema es que Guardiola dijo esta semana que después de junio 2023 dejará el fútbol inglés y anunció cómo continuará su vida: "Una selección es el siguiente paso. Debo tomarme un descanso después de siete años en el Manchester City, necesito detenerme y ver, aprender de otros entrenadores y tal vez tomar ese camino. Me gustaría dirigir en una Eurocopa, una Copa América o un Mundial". Las intenciones de Pep excitaron a sus fundamentalistas. Y muchos ya lo imaginaron a cargo de la Selección Argentina.
Sería un cachetazo brutal para este fútbol nuestro que cada vez más parece pertenecer a los entrenadores. Deteriorado por una economía tiroteada, los mejores futbolistas enseguida vuelan al exterior. Sólo quedan los técnicos...
¿Para qué escoger a un DT de otra nacionalidad, aunque se trate de un diferente sin discusión como Guardiola? Antes que todo, una razón básica vinculada con el sentido de pertenencia. La camiseta de la Selección es la bandera de nuestro fútbol. Nada más lindo que quienes la transpiren hayan nacido en esta tierra y sean elegidos por quienes aquí también nacieron. Argentina debe ser dirigida por un argentino.
En el escalón más alto del podio argumentativo, compartiéndolo con el origen, se ubica la capacidad. Cautiva al extremo Pep, con todas sus singularidades. Seducen el entrenador y el personaje desde cada ángulo que se los aborde. Sin embargo, Argentina cuenta con un abanico de técnicos más que aptos y confiables para darle vuelo a la Selección.
A toda velocidad, salen varios candidatos con luz propia: Marcelo Gallardo, Diego Simeone, Mauricio Pochettino… Ninguno es menos que Guardiola. Habrá que ver en ese momento en qué punto de sus carreras se encuentran Marcelo Bielsa (tendrá 68 años) y Ricardo Gareca (65) y cuánto han evolucionado otros como Eduardo Coudet y Hernán Crespo. ¿Ya estará dirigiendo a esa altura Javier Mascherano?
Sería fantástico que a mediados de 2023 ninguna duda se encuentre envolviendo a la Selección. Significaría que a Lionel Scaloni le fue bien en el Mundial de Qatar y continúa en el cargo. No habría un entrenador recién empezando un nuevo ciclo, con todas las incógnitas que acarrea una circunstancia así cualquiera sea el nombre en cuestión.
También el eventual desembarco de Guardiola en la Selección abriría otra vez una grieta futbolera, con opiniones demasiado enfrentadas. Sería rico para la discusión, para los debates, pero Argentina necesita paz para crecer sin ruidos innecesarios alrededor.
Muy diferente sería que Guardiola eligiera dirigir en el fútbol argentino, en este marco tan lejano de los millones, de las comodidades y del glamour europeo. Ahí sí habría que recibirlo sin dudar. Pero nada de eso declaró. Sólo proyecta dirigir un seleccionado. Y se celebra. Será atrapante observar cómo trata de imponer sus ideas sensuales sin los entrenamientos diarios. ¿Será España? ¿Será Brasil? Que no sea Argentina. La Selección no necesita a Pep.
