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Nacional

El último campeón de los torneos largos

Se cumplen tres décadas del título de River en la temporada 89/90, el que marcó el final de los campeonatos de dos rondas. Fue la primera vuelta olímpica de Daniel Passarella como entrenador, que sólo dirigió la segunda rueda

Por Federico Del Río

Los cambios en la manera de disputar los campeonatos en el fútbol argentino son tan habituales como los del Loco Abreu con sus clubes. Así como en 1967 arrancaron los Metropolitanos y Nacionales, en 1985 comenzó a disputarse un torneo anual pero a tono con el calendario europeo. Así, el River del Bambino Veira fue el campeón de la temporada 85/86, modalidad que perduró de esa manera hasta el 89/90 cuando se dividió entre Apertura y Clausura: en la temporada 90/91 hubo una final entre los dos ganadores para definir el campeón anual (Newell’s superó a Boca) y en adelante ya se reconocieron dos campeones, el del Apertura y el del Clausura.

Los cambios siguieron (y seguirán), pero esta vez hay que poner una pausa en ese último torneo largo, el del 89/90, porque este 13 de mayo se cumplen 30 años de la vuelta olímpica que dio River en el Monumental dos fechas antes del final, después de superar por 2-0 a Estudiantes. Fue gracias a un doblete de Ramón Ismael Medina Bello, goleador del campeón, que Daniel Passarella pudo festejar su primer título apenas unos meses después de haber debutado como entrenador, cuando le tocó reemplazar a Carlos Reinaldo Merlo, el DT que dirigió los primeros 19 partidos de ese torneo.

Fueron dos fases bien distintas para River. Con Mostaza, el equipo no le agradaba demasiado a los hinchas porque si bien le hacían pocos goles (apenas recibió siete en 19 partidos) también era poco generoso en el arco rival (convirtió 19 tantos). Las elecciones en el club le pusieron punto final a la etapa de Merlo porque Osvaldo Di Carlo, el presidente que lo había contratado, perdió en las urnas ante Alfredo Davicce. Y fue éste quien le ofreció al Kaiser hacerse cargo del equipo. Sería la primera experiencia para Passarella, que se había retirado cinco meses atrás, justamente siendo capitán del equipo de Mostaza.

Ahí empezó otra historia. El Kaiser metió mano en el equipo y cambió varias piezas entre los titulares. Desechó a Sergio Batista y apostó por un Leonardo Astrada que daba sus primeros pasos en Primera, acompañado por Gustavo Zapata, otro juvenil. Eligió a otro de la cantera para darle la conducción del equipo: Juan José Borrelli. Y en el ataque, Medina Bello y Jorge Da Silva reemplazaron a Julio Zamora y Gabriel Batistuta. Así fue otro River, asfixiante para recuperar la pelota, con un enganche clásico y una dupla ofensiva que mezclaba potencia, técnica, lujos y goles.

Así, entonces, la formación habitual pasó a ser con Ángel Comizzo; Fabián Basualdo, Jorge Higuaín, José Tiburcio Serrizuela (cuando se fue con la Selección, lo reemplazó Ernesto Corti), Carlos Enrique; Héctor Enrique, Leonardo Astrada, Gustavo Zapata; Juan José Borelli; Ramón Medina Bello y Jorge Da Silva. Más allá de un arranque de la segunda ronda con tres empates seguidos, después River se afirmó en su nuevo estilo y se acomodó en lo más alto de la tabla, marcando una diferencia con el resto de los equipos al punto tal de poder festejar el título dos fechas antes del final.

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