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Palermo y su despedida con gol de los superclásicos

Hace nueve años, el Loco jugó por última vez frente a River: fue victoria por 2-0 en la Bombonera y él festejó el segundo. Fue su 18° grito en los clásicos y ese triunfo provocó que los de Nuñez quedaran muy cerca de la Promoción

Martín Palermo
Martín Palermo

Por Federico Del Río

Esto es increíble y sé que no lo voy a volver a vivir. Se juntan las dos sensaciones. Por eso, las lágrimas son de emoción, no de tristeza. En este partido me di cuenta de que esto termina”. Martín Palermo acababa de protagonizar otro capítulo de su vida de película -que finalmente la tuvo- y sentía una alegría tan grande como el nudo en la garganta que le producía saber que no volvería a vivir algo así. El Loco ya había decidido retirarse a mediados del 2011 y ese 15 de mayo había sido otra vez el héroe de un superclásico.

Ese choque en la Bombonera tuvo muchísimos condimentos para que quede en la memoria, sobre todo de los hinchas de Boca. Porque además de que estaban presenciando las funciones de despedida del máximo goleador de la historia del club, enfrente estaba un River transitando su peor momento. De hecho, la derrota frente al equipo de Falcioni puso al de Jota Jota López al borde de la Promoción cuando todavía quedaban cinco fechas para el final de ese Torneo Clausura y aún parecía imposible que terminara descendiendo como finalmente ocurrió.

Boca se puso en ventaja en el primer tiempo después de un grosero error de Juan Pablo Carrizo. En un córner que pateó Pablo Mouche, el arquero de River le dio un manotazo a la pelota y la metió en su arco. Iban 27 minutos y fue un golpe muy duro para un equipo al que ya le costaba recuperarse en la adversidad. Es cierto también que esa tarde fue perjudicado por el arbitraje de Patricio Loustau, quien omitió cobrarle al menos dos penales claros que cometieron los jugadores de Boca. Esa actuación del juez fue la que provocó el quiebre final entre Daniel Passarella y Grondona. El presidente de River fue a la AFA a pedirle la renuncia a Don Julio, quien el día previo al superclásico eligió a Loustau (a pesar de la oposición de los millonarios) para reemplazar a Baldassi, quien tuvo que ser operado de urgencia.

Pero el muchachito de la película fue Palermo, que tres minutos después del 1-0, pescó una pelota en el área y la cabeceó por encima de Carrizo, que había quedado a mitad de camino. La Bombonera estalló y el Loco terminó debajo de una montaña de compañeros que quería celebrar con él. Cuando pudo salir, se paró de frente a la popular local y festejó golpeándose el escudo mientras no podía contener las lágrimas de emoción. “Vivir el último gol y que sea para un triunfo era lo último que le pedía al fútbol. Fue un sueño y más no puedo pedir”, confesó el 9 después de aquella tarde en la que convirtió su gol número 18 (entre oficiales y amistosos) a River con la camiseta de Boca.

Otra imagen muy recordada de aquel superclásico en la Bombonera fue la de Matías Almeyda besándose la camiseta de River frente a los hinchas de Boca mientras se iba de la cancha custodiado por dos policías luego de ser expulsado. El Pelado era el capitán de ese River y estaba pasado de rosca en el final del partido cuando, en un tiro libre a favor, Clemente Rodríguez no le quiso dar la pelota y se sacó. Desencajado, Almeyda empezó los empujones que después se transformaron en una gresca generalizada que, obviamente, terminó con la roja para el volante millonario.

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