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Nacional

La primera vez del Matador Kempes

Hace 47 años, Mario Alberto Kempes -el goleador del Mundial 78- debutó con la camiseta de Instituto en el fútbol grande de Argentina. Antes había competido en la liga cordobesa incluso utilizando otro nombre: Carlos Aguilera

Por Federico Del Río

Esa primera fecha del Torneo Nacional 73 ya era histórica para Instituto de Córdoba. Era la primera participación de La Gloria en los torneos organizados por la AFA. El 6 de octubre, el equipo que dirigía Enrique García recibía a Newell’s, donde se destacaban Andrés Rebottaro, José Luis Pavoni, Arsenio Ribeca y Mario Zanabria, por ejemplo. A los 37 minutos, los rosarinos se pusieron en ventaja gracias a un gol de Daniel Marangoni y ese 1-0 fue el resultado final para el estreno de los cordobeses en el fútbol grande argentino.

Con la camiseta blanca y roja a bastones, y el número 9 en la espalda tuvo su estreno un tal Mario Alberto Kempes, el mismo que menos de cinco años más tarde sería el goleador y una de las figuras de la Selección Argentina que ganó el Mundial 78. El Matador comenzó a escribir su historia grande 47 años atrás, al igual que Osvaldo Ardiles, otro de los debutantes en aquel encuentro. Tres días después de ese partido, Kempes pegó su primer grito: se lo hizo a River, un viernes a la noche, en el partido que era televisado. Instituto arrancó ganando en el Monumental, pero el equipo que dirigía Delem terminó festejando por 3-1.

Esas fueron las primeras apariciones del Matador que empezaron a tener eco en todo el país, después de que su nombre ya sonara gracias a la cantidad de goles que había convertido en la liga cordobesa. Sin embargo, lo más llamativo se dio en su manera de llegar a Instituto, donde empezó a jugar con otro nombre: se hacía llamar Carlos Aguilera. ¿Por qué se había cambiado su identidad? Tal vez para no cargar con la mochila que ya tenía la fama de su nombre cuando apenas estaba dando sus primeros pasos.

Cuenta la historia que el presidente del Club Bell, de Bell Ville, quería convencer a su par de Instituto para que comprara el pase de Kempes. Palabras más, palabras menos, le dijo: “Mirá, te doy un crack. Si no hace un gol antes de los 15 minutos, me lo devolvés”. Claro que sus pretensiones no eran pocas porque le pedía 3 millones de pesos que en ese entonces representaban unos 3 mil dólares. Entre idas y vueltas, llegó el llamado a la casa del delantero para que se presentara a jugar un amistoso entre Instituto y Argentino Central donde lo iban a probar.

Armando Rodríguez era el técnico de La Gloria que fue pidiéndoles a los jugadores que se presentaran. “Carlos Aguilera, de Bell Ville”, respondió Kempes a su turno y el DT le preguntó: “¿No conoce a un tal Kempes que es de ahí y dicen que es muy bueno?”. El Matador sólo movió su cabeza, negando conocer a ese tal Kempes. Prefirió mostrarse como uno más y no tener que responder a la expectativa que ya estaba cargada sobre su nombre. Ese 5 de marzo de 1972, Aguilera convirtió un gol y le hicieron un penal. Disputó dos partidos más con ese nombre hasta que se abrochó su incorporación y firmó como el DNI indicaba.

Su nombre siempre fue sinónimo de gol. Fue goleador en Argentina, en España y del Mundial 78, uno de los tres que disputó (también estuvo en Alemania 74 y España 82). Pasó por Central, se transformó en ídolo en Valencia, tuvo un paso por River que lo buscó para competir con la llegada de Maradona a Boca, y luego regresó a España, pasó por el fútbol austríaco, por Chile y se retiró en Indonesia. Es uno de los futbolistas más importantes de la historia de nuestro país, con 367 goles en 649 partidos a lo largo de toda su carrera. Un promedio de gol de 0,56: todo un Matador.

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