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Nacional

La magia de Ortega bajo la lluvia y a pura emoción

Se cumplen 14 años de uno de los golazos de Ariel Ortega: volvía a jugar después de una larga ausencia, definió de emboquillada ante San Lorenzo y terminó abrazado a Passarella, quien lo había respaldado.

Ariel Ortega marcó un verdadero golazo ante San Lorenzo en noviembre de 2006
Ariel Ortega marcó un verdadero golazo ante San Lorenzo en noviembre de 2006 (Fotobaires)

Por Federico Del Río

Así como siempre se dijo que la vida de Martín Palermo era de película (y llegó a Netflix), la de Ariel Ortega también podría tener su serie. Miles de capítulos escribió el Burrito con la camiseta de River desde su debut en 1991 hasta su último partido oficial en el 2010, con varias idas y vueltas, pero siempre profesando ese amor eterno por la banda roja como lo hizo en julio de 2013 cuando tuvo su homenaje en un Monumental repleto sólo para despedir al ídolo o como lo demuestra con el tatuaje de la frase que pronunció esa tarde: "Gracias Dios por hacerme hincha de River".

La secuencia de imágenes destacadas de la vida del jujeño en Núñez es grande y cuesta elegir los más importantes. Pero sin dudas, uno de los más destacados por lo emocionante que fue se dio hace justo 14 años. El 5 de noviembre de 2006, River recibió a San Lorenzo por el Torneo Apertura. El equipo lo dirigía Daniel Passarella y Ortega fue al banco de suplentes. Era la segunda vez que el Burrito se sentaba ahí después de un mes convulsionado, que había arrancado con ausencias a los entrenamientos en la semana previa al superclásico.

El 1° de octubre había sido el último partido del Ortega, frente a Belgrano. Después llegaron los faltazos, una charla con Passarella y el inicio de un tratamiento para tratar su adicción al alcohol, que no le permitía jugar de la mejor manera y lo bajoneaba anímicamente. El 10 no estuvo contra Boca, Paranaense, Banfield y Central. Reapareció en el banco ante Independiente, pero no entró. Sin embargo, frente al Ciclón, con el partido ya liquidado por 3-0, el Kaiser lo llamó para reemplazar a Belluschi. "Me dijo que entrara y después no escuché nada más, ja. Yo quería entrar rápido", contó el propio Burrito sobre ese momento que tanto esperaba.

Lo que vino después fue mágico. Bajo una lluvia torrencial, recibió un pase de Eduardo Tuzzio que bajó magistralmente con la zurda para desacomodar a su marcador. Encaró y al llegar al borde del área grande vio que Sebastián Saja estaba adelantado y se le tiró por arriba, de emboquillada. Un golazo. Una genialidad. El Monumental estalló entre el grito de gol y el de "Orteeeeeega". El Burrito revoleó la camiseta y corrió a abrazarse con Passarella. "No me puse a llorar porque me dio vergüenza llorar ahí, en la cancha. Pero con ese abrazo me dieron ganas de llorar, sinceramente", confesó el DT en la conferencia de prensa.

"Yo estaba diez puntos físicamente, pero cuando no estás bien de la cabeza te sale todo mal y no estás lúcido", reconoció el jujeño después de esos 22 minutos que le devolvieron sus ganas de estar en la cancha. Hasta tuvo tiempo de asistir a Ernesto Farías para que convirtiera el quinto gol del 5-0 frente al San Lorenzo que dirigía Oscar Ruggeri. "Él sabe que lo aprecio mucho, es una persona a la que quiero. Mis compañeros y el cuerpo técnico me ayudaron muchísimo. El abrazo y todo esto que me pasó es para él", se lo dedicó Ortega a Passarella. Había vuelto a vivir. Y había escrito uno de los capítulos más emocionantes de su carrera.

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