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El inicio de un ciclo histórico: a 27 años del debut de Carlos Bianchi como técnico de Vélez

El Virrey debutó en el banco de suplentes el 21 de febrero de 1993, con un triunfo frente a Deportivo Español. Fue el primer paso de una etapa en la que los de Liniers llegaron a ser campeones del mundo en Japón.

Carlos Bianchi, campeón en 1993 con Vélez
Carlos Bianchi, campeón en 1993 con Vélez (Gentileza: Tapa de El Gráfico)

Por Federico Del Río

Ni el más optimista de los hinchas de Vélez podía imaginar que ese ciclo que estaba comenzando aquella tarde soleada del 21 de febrero de 1993 en la cancha de Deportivo Español los llevaría hasta el Estadio Olímpico de Tokio 22 meses después. Hace 27 años, en el Bajo Flores, Carlos Bianchi dirigía su primer partido oficial como técnico del equipo de Liniers: fue por la primera fecha del Clausura 93, el que terminaría ganando y dándole la clasificación a la Copa Libertadores del año siguiente. Fue también su primera vez como entrenador en el fútbol argentino después de haber estado al frente del Reims y del Niza de Francia en la década del 80.

José Luis Chilavert; Héctor Almandoz, Roberto Trotta, Víctor Sotomayor, Raúl Cardozo; José Basualdo, Marcelo Gómez, Walter Pico, Christian Bassedas; Patricio Camps y Omar Asad fueron los 11 que eligió el Virrey para visitar a Deportivo Español en un partido que tuvo como protagonistas tanto al arquero paraguayo como al histórico Pedro Catalano, ya que ambos equipos generaron varias situaciones de gol. Y fue un pelilargo Turco Asad quien grabó su nombre para siempre en el primer capítulo de la historia de Bianchi en Vélez al convertir los dos goles (uno en cada tiempo) para el triunfo por 2-0. El primero llegó después de ganarle la posición a Rafael Luongo y rematar con mucha fuerza casi al cuerpo de Catalano y en el segundo aprovechó un mal pase hacia atrás de Sergio Zanetti (el hermano de Javier), eludió al arquero y definió con el arco vacío.

Así, los de Liniers arrancaron el torneo en lo más alto de la tabla de posiciones y nunca se bajaron de ese lugar hasta llegar a la definición en la anteúltima fecha, cuando un 1-1 visitando a Estudiantes les alcanzó para dar la vuelta olímpica después de 25 años. Independiente era su escolta y rival en la fecha 19, pero no le pudo ganar a Belgrano y así los tres puntos de diferencia fueron una distancia inalcanzable en la lucha por el campeonato (por entonces cada triunfo sumaba dos unidades y no tres como ocurre actualmente). Sería ese Clausura 93 el primero de los seis títulos que Bianchi le dio a Vélez desde el banco de suplentes: Copa Libertadores 94, Copa Intercontinental 94, Apertura 95, Copa Interamericana 96 y Clausura 96 fueron las otras estrellas que se bordaron en los años más gloriosos gracias al Virrey.

Bianchi, sin experiencia como técnico en Argentina, había sido contratado a fines del 92, luego de un año en el que Eduardo Luján Manera había sido el entrenador hasta su renuncia por malos resultados (las últimas fechas del Torneo Apertura las dirigió Roberto Mariani de manera interina). Era el regreso al club del máximo goleador de la historia y una de las figuras del Nacional 68, el único título conseguido hasta ese momento. Heredó un plantel con refuerzos que habían llegado el año anterior como Chilavert, Trotta, Basualdo, Pico y Sotomayor; y decidió apostar a los juveniles del club.

De hecho, apenas asumió perdió a dos nombres de peso del plantel: Ricardo Gareca y Alejandro Mancuso. El delantero se fue a Independiente mientras que al volante central lo compró Boca. A pesar de esas bajas tan importantes para Vélez, el Virrey confió en Omar Asad y Marcelo Gómez (tenían 21 y 22 años respectivamente) para reemplazarlos. Así empezó a gestar un ciclo que marcó una época no sólo en la historia del Fortín, sino en el fútbol argentino. Y que también fue el punto de partida -ése del cual hoy se cumplen 27 años- de su exitosísima carrera como entrenador al punto de tener dos estatuas: una en Liniers y otra en La Boca.

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