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Nacional

De la vuelta olímpica al gol con la pelota naranja

Hace 34 años, River vivió una tarde inolvidable en la Bombonera: festejó el título del campeonato 85/86 antes de arrancar el superclásico y después ganó con el doblete del Beto Alonso y una bola muy particular

Por Federico Del Río

Cinco fechas le habían sobrado al campeonato 85/86. El River de Héctor Veira desfiló a lo largo de esa temporada y se adueñó del título con mucha anticipación. Lo festejó en el Monumental al ganarle a Vélez, pero lo siguió gozando en cada presentación que le quedaba. Y uno de los compromisos para el River ya campeón era ir a la Bombonera. En la semana previa la discusión se centró en si los jugadores darían la vuelta olímpica en la cancha de Boca. El presidente millonario, Hugo Santilli, había sido amenazado ante esa posibilidad y un día antes del superclásico hubo una reunión decisiva en la concentración del plantel.

La habitación de Oscar Ruggeri fue el lugar elegido para charlar. Estaban el Cabezón, el capitán Américo Gallego y otros referentes: Nery Pumpido, Norberto Alonso y Héctor Enrique. Ahí decidieron que habría vuelta olímpica. "Me iban a sacar con los pies para adelante, pero la vuelta olímpica la daba", contó hace unos años el Beto, el gran protagonista de aquella tarde del 6 de abril de 1986. Y así fue, entonces, como al salir del vestuario visitante los futbolistas fueron rodeando la cancha aunque no pudieron hacerla completa por la cantidad de proyectiles que llovían desde las tribunas.

Me iban a sacar con los pies para adelante, pero la vuelta olímpica la daba

Sin embargo, un hecho que podría ser inigualable -dar la vuelta olímpica en la cancha del clásico rival- quedó en segundo plano respecto a lo que vino después. Porque aquel superclásico de la Bombonera es más recordado por la pelota naranja con que se jugó el primer tiempo que por el festejo de River en la previa. ¿Cómo apareció esa pelota? Días antes del partido, Hugo Gatti visitó las oficinas de Adidas y propuso utilizar un balón similar al que se había usado cuando él atajó para la Selección Argentina contra la Unión Soviética, en una cancha rusa con nieve. El Loco se imaginaba un césped tapado de papelitos y por eso buscaba que la pelota se viera con claridad.

Francisco Lamolina, árbitro del superclásico, tomó la idea y llevó esa pelota naranja que ahora adorna una repisa en la casa del propio Alonso. Es que quedó en el recuerdo eterno su cabezazo a los 30 minutos del primer tiempo, después de un tiro libre de Roque Alfaro, para poner el 1-0. El Beto, transitando ya su última etapa como futbolista, lo gritó desaforadamente, besándose la camiseta de River. Y cerca del final del partido -ya con la pelota Tango tradicional-, el 10 millonario clavó el 2-0 final: pateó un tiro libre que se desvió en las manos de Passucci (estaba en la barrera y las levantó con la intención de frenar el remate) y descolocó a Gatti.

El equipo del Bambino le agregaba así una frutilla a aquella campaña que fue el inicio del año más exitoso de la historia millonaria: en octubre ganaría por primera vez la Copa Libertadores y dos meses más tarde sería campeón del mundo en Tokio, tras superar al Steaua de Bucarest. Eso gracias a que los jugadores pudieron salir vivos de la Bombonera a pesar de tener que meterse escondidos detrás de los policías para poder llegar al vestuario, donde pasaron unas largas horas hasta que los dejaron subirse al micro para volver al Monumental…

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