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"Me gustaría tener una chance en River, es algo lindo, conozco el club y también ser dirigido por Marcelo Gallardo sería maravilloso", expresó Rodrigo Rey

El arquero de Gimnasia y Esgrima La Plata contó su pasado en el Millonario y sueña con tener otra oportunidad: "Llegué hasta la Reserva", reveló

Rodrigo Rey, arquero de Gimnasia en el clásico platense
Rodrigo Rey, arquero de Gimnasia en el clásico platense (Fotobaires)

Rodrigo Rey debutó como arquero en la Primera División durante 2013, cuando representaba a Newell's Old Boys de Rosario. Sin embargo, tuvo un pasado en las inferiores de River Plate, hasta llegar a la Reserva. En la actualidad, se destaca en el arco de Gimnasia y Esgrima La Plata, con una trayectoria más que aceptable, sobre todo por sus rendimientos en Godoy Cruz de Mendoza.

En diálogo con Diario Olé, reveló: "Fui a probarme por cinco días, quedé y llegué hasta la Reserva, así que me gustaría tener una chance en River". Además, agregó: "Uno quiere jugar siempre en clubes grandes. Sería algo lindo. Conozco el club y la gente que está en el día a día. Y también ser dirigido por Gallardo, todos sabemos el técnico que es".

Con respecto a la anécdota entera, Rey sostuvo: "La idea era que vaya por cinco días, de lunes a viernes, pero ya el martes me llamó el entrenador de arqueros de juveniles, que era en ese entonces Gustavo Nepote (trabajó con Hernán Crespo en Defensa y Justicia y ahora lo acompaña en San Pablo), para decirme que quería que el próximo año arranque a jugar en la Novena con mi categoría. Me acuerdo que me fui la primera semana de enero con mi familia de vacaciones a Villa Gesell y a la vuelta me dejaron en River para iniciar la pretemporada y arrancar todo el proceso. Cumplí el sueño del pibe, de jugar en un club grande, viniendo de un pueblo chico (Las Parejas, Santa Fe) que no pasa todos los días".

El oriundo de Las Parejas, ciudad de Santa Fe, expresó: "Fue duro. Cuando me dejaron mis viejos por primera vez en River, los primeros tres meses, era todo nuevo y era chico. Llegar a Buenos Aires de una ciudad pequeña y no conocer a nadie... Arranqué todo de cero, pero después me sentí como en mi casa y llegué hasta Reserva".

Por último, cerró: "Lo peor fue la primer semana. Viajaba con muchas ganas al club pero cuando mis viejos me dejaban y se iban, ja, ja. ¿Ahora, qué? Me quedé solo, pensaba. Ya no había mamá, papá, ni quien te tienda la cama o te haga esto o aquello. Era hacer todo solo. Fueron duros. Llamaba todos los días a mis padres. En esa época no teníamos los celulares de hoy y recuerdo que en el anillo del club había una cabina telefónica y me enfilaba y por ahí estaba una hora hablando con mi viejo. Quería decirle que me quería ir pero cuando pensaba que si me iba dejaba mi sueño sin siquiera probar si podía o no cumplirlo me decía que me tenía que quedar. Era pensar 'me quedo' y a la hora 'no' y después volver al 'me quedo', ja, ja. Y tuvo mucho peso la palabra de mis viejos que me tiraron siempre para que me quede y cumpla con mi meta. 'No, seguí. Metele que es lo que a vos te gusta, probá, probá...', me decían. Por suerte. Porque sé de muchos que se fueron, pasan a los dos años y dicen 'noo, me tenía que haber quedado, no sé para qué me fui'. Y un poco con la mano que me dieron me fui sintiendo de a poco más cómodo. Y también tuve suerte de que el profesor físico Diego Mirabella se dio cuenta y me preguntó: 'Che Rodri, ¿te pasa algo?' y me dio permiso para que todos los sábados después de jugar me fuera para mi pueblo dos días y volver el lunes. Si hoy estoy acá es porque Diego y Ricardo Lazbal, quien era el DT, estuvieron en mi momento más difícil".

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