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Braian Romero, el goleador milagroso que no podía caminar y Gallardo hace debutar en River sólo con seis prácticas

Una historia de creencia y superación. Los médicos le dijeron en 2012 que no debía jugar más al fútbol, pero se aferró a Dios y volvió. El año pasado, Hernán Crespo le cambió el puesto y explotó como goleador. A los 30, se perfila para disfrutar su primera vez con la banda roja en diagonal. 

La sorpresa de Gallardo

Por Enrique Gastañaga

La frase, aunque el médico aplicó toda su sensibilidad para decorarla, resultó un puñal. Se clavó en el corazón y en todos los sueños de Braian Romero. Es que no había modo de maquillarla. La síntesis era letal: “No podés jugar más al fútbol”.

Ese momento lo vivió el muchacho que se perfila esta noche para debutar en River, nada menos que en un duelo de octavos de final de la Libertadores, contra Argentinos Juniors, con apenas seis prácticas encima y con la responsabilidad de cubrir ese inmenso espacio vacío que dejó Rafael Santos Borré.

Aquel instante dramático lo sacudió en 2012, cuando su obsesión era afirmarse en Acassuso. Vale capturar una parte del relato que Braian patentó hace un tiempo: “Me fui a dormir una siesta y cuando me levanté me empezó a doler la cintura. El dolor empezó a aumentar, pensé que había dormido mal. Al otro día fui a entrenar, me llevó un compañero y me revisaron los médicos del club. Me llevaron al Hospital San Isidro y quedé internado. Estuve 15 días que no me pude mover de la cama, tenía un dolor fuerte, no podía mover el cuello”.

Resulta conmovedor el paso a paso de esa narración publicada por la web oficial de la Conmebol: “Después de dos meses me detectaron una artritis reumatoidea a través de un traumatólogo. Tuve que dejar de jugar al fútbol, no podía caminar… Estuve dos meses sin caminar. Tomaba tres pastillas por día y un corticoide por semana, pero nada funcionaba”.

Hasta que llegó esa frase, la peor: “Mi médico de cabecera me sentó junto a mi mamá, mi señora, el capitán de Acassuso y el presidente, y me dijo que no podía volver a jugar al fútbol porque iba a seguir a seguir lastimando el cuerpo y no iba a poder caminar. Incluso le decían al presidente que me buscara otra actividad dentro de la institución, porque no le encontraban la vuelta... Recibir esa noticia fue el golpe más duro de mi vida, tenía una nena recién nacida, estaba alquilando, se me estaba yendo lo del fútbol”.

¿Cómo se recuperó? ¿Por qué la palabra “milagro” encaja en este caso tal vez mejor que en ningún otro? Braian Romero así lo explicó: “Empecé a ir a la iglesia. Yo no iba seguido, pero mis abuelos sí. Ellos me decían que fuera. Me tocó, me aferré a eso, un día escuché un testimonio del Pastor… Me llenó mucho de los milagros de la Biblia. Y pensé: ‘Si ocurrió esto, a mí me puede ocurrir’. Empecé a ejercer la fe, a estudiar la palabra… Fui mejorando, mejorando. Hasta que un día, sin consultarlo con nadie, dejé de tomar las pastillas. Y al tiempo el cuerpo me empezó a mejorar y los estudios que me hacían también fueron mejorando”.

El día que se consagró campeón de la Copa Sudamericana jugando para Defensa y Justicia pudo Braian Romero pegar su propio grito en aquella goleada contra Lanús. Y dibujó una celebración singular: se levantó la camiseta para mostrar una musculosa blanca que llevaba debajo con la leyenda “La Gloria por Dios”. No hace falta explicar por qué...

Después de tanto dolor e impotencia, que Independiente en plena pandemia le haya informado que no sería en tenido en cuenta por supuesto que fue impacto para Braian Romero, pero enseguida se levantó. Y supo elegir. Le dijo sí a Defensa y Justicia. Terminaría convirtiéndose en su mejor elección futbolística.

Es que en Florencio Varela se encontró Braian Romero con Hernán Crespo, quien le cambiaría su vida dentro de la cancha cambiándole el puesto. Lo convenció para que jugara de “9” sin la presión de convertir. Le gustó la idea. Aceptó y voló. Campeón de la Sudamericana y goleador de la competencia con 10 gritos, que sumaron para redondear una temporada con números fabulosos: 21 goles y 2 asistencias en 33 partidos. Con una singularidad: si sólo se contabilizan copas, en el Halcón fueron 18 festejos en 18 partidos.

Esa eficacia copera parece que copó a Marcelo Gallardo. Y el Muñeco, ante la partida de Borré, aceleró a fondo, se lo llevó a River y hoy mismo lo haría debutar en un partido caliente de Copa aunque sólo hizo seis prácticas con sus nuevos compañeros.

Tal vez no conozca los detalles con precisión, pero Braian Romero buscará imitar los pasos que dieron dos futbolistas que marcaron una huella profunda en River. Lucas Alario se estrenó con poco más de una semana de ensayos, en semis de Libertadores contra Guaraní. Y contra el mismo equipo paraguayo, en octavos de otra edición de esa copa tan sensual, Nacho Scocco gozó su primera vez apenas habiendo acumulado cuatro entrenamientos.

¿Cómo le irá a Braian Romero? Ya se verá. Por lo pronto, a los 30 años, listo para ponerse la banda roja en diagonal por primera vez, ahí está el goleador milagroso que no podía caminar.

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