Imagen ilustrativa sobre TNT Sports

Mirá todos los partidos del fútbol argentino en vivo.

SUSCRIBITE
Internacional

Vinieron todos en un pendrive

En este mundo urgente —ojalá que descartable, provisorio— un nuevo fútbol ha nacido. En Alemania hubo hinchas de cartón, en Dinamarca desplegaron tres pantallas led con la imagen de personas viendo el partido por Zoom, en Corea del Sur sentaron muñecas inflables. En España, pusieron en la televisación hinchas de Play. El fútbol real se alimenta ahora del invento que lo plagió

Por Ignacio Fusco

La televisión española ha logrado que uno de los cantitos madre con el que las hinchadas argentinas se atacan entre ellas se hiciera realidad. Ha vuelto la Liga, y mientras Sevilla y Betis jugaban ayer en un estadio obviamente vacío, otro mundo se veía en la televisión: el canal oficial había insertado en las tribunas el público del FIFA, el jueguito de la Play. Por primera vez en la historia universal ha sido verdad —ha sido literal— nuestro querido, eterno, bullanguero, “no existís”. Así fue en Andalucía y así será mañana, por ejemplo, cuando el Barcelona de Lionel Messi visite a las cinco de la tarde al Mallorca del japonés Kubo. En este mundo urgente —ojalá que descartable, provisorio— un nuevo fútbol ha nacido. No se ría: hubo un día en el que nos dijeron que no habría hinchas visitantes en el país. Ahora, en cambio, ya saben: ahí los ven / ahí están / vinieron todos / en un pendrive.

El silencio y la desolación de los partidos de la Bundesliga impulsaron a la Liga a cranear otra cosa. Su presidente, Javier Tebas, y una de las autoridades de Mediapro, el dueño de los derechos del torneo, Jaime Roures, habían contado la idea hace un poco más de un mes. En lugar de ese lago quieto e insípido que son las canchas alemanas, una nueva normalidad sobre la nueva normalidad: gente de mentirita en las tribunas y sonido enlatado, el original de cada hinchada, grabado algunos años atrás. Una empresa noruega que se llama Vizrt se encargó del público: de la banda sonora, EA Sports. Con el plano inicial —el que vemos apenas está por arrancar el partido— la cosa funcionó: en una ojeada fugaz mientras se pasaba por el living, sin prestar una atención bruta, podía ser una tarde de domingo AC (antes de la cuarentena). El problema vino después. El problema, nos ha enseñado Basile, es que los jugadores se empiezan a mover.

Cada vez que la cámara cambiaba del plano general a una que estaba a la altura de ellos la realidad —irrespetuosa— reaparecía. Guido Rodríguez iba a levantar la pelota para hacer un lateral, por ejemplo, y atrás suyo se veía la sinceridad de la platea, triste y limpia, recordándonos la ausencia y el dolor. Eso pasaba generalmente en las repeticiones, antes de tirar un córner, cuando el arquero estaba por sacar del arco, situaciones así. Por eso mismo, a los cinco minutos ocurrió lo mejor del partido: el 20 del Sevilla (Diego Carlos) vino a buscar una salida cerca del área chica, la cámara pasó de la general a una para poncharlo solo a él y la platea virtual se le metió en el blanco andaluz de su camiseta. Fue buenísimo. De repente el defensor era Matrix, era un héroe viajando al pasado, una señal de ajuste que le tomaba el cuerpo como Venom, un hechizo ancestral. Le hizo croma la pilcha. Una interferencia virtual mientras el hombre buscaba un pase hacia afuera. Hubiera sido genial que desapareciera y apareciera Gabriel Mercado, por ejemplo. Todo no se puede. La próxima temporada, quizá.

Fuera de las imperfecciones obvias —fuera de su inevitable naturaleza, que es recordarnos que nosotros no estamos ahí—, la idea estuvo buena. No se olviden: en Alemania hubo hinchas de cartón, en Dinamarca desplegaron tres pantallas led en una platea con la imagen de personas viendo el partido por Zoom en su casa (algo así como la consagración definitiva del Tano Pasmán: el whisky, las pantuflas, Tu Sillón en el Monumental) y en Corea del Sur, mientras tanto, sentaron muñecas inflables a ver jugar al Gangwon. En este caso, otro camino, una pista del futuro quizá se vio ayer en el Sánchez Pizjuán. Por ejemplo: la Liga eligió que la segunda bandeja del estadio estuviera siempre vacía, y ahí, cada tanto, metió publicidad.

No son los únicos cambios, sin embargo, que planea la TV en Europa. Como le dijo el CEO del Liverpool, Peter Moore, ex presidente de Sega, al diario El País de Madrid, se está considerando también la posibilidad de que haya “nuevos ángulos para las cámaras, algo que te transporte al campo de juego de una forma más próxima, el concepto del true view, algo que se parezca al juego de EA, el FIFA”. Moore insiste en que la competencia, hoy, es por el tiempo, “los períodos en los que podemos permanecer atentos a algo”. Y lo hace porque piensa en las últimas generaciones, “el niño moderno” que “vive atomizado: diez minutos aquí, quince allá... (…) Ése es el objetivo. Seleccionar puntos de vista con cámaras que se muevan en 360 grados y que permitan a los espectadores de televisión interactuar y entretenerse. Hay que pescar donde están los peces (…) Debemos enganchar a los aficionados más jóvenes (…) El fútbol hoy en día requiere horas de atención”.

Mientras la Play ha intentado cada año alcanzar la precisión del fútbol de toda la vida –los gestos, los movimientos, la dificultad–, el fútbol real se alimenta ahora del invento que lo plagió. No hay ninguna novedad en esto: la realidad inspira la ficción, la ficción modifica –mejora, ilumina– la realidad. ¿Quién hacía las jugadas más fabulosas, el Messi de la Play o el Messi real? ¿Alguien se acuerda cuál de los dos nació primero? El futuro es eso que sucede una tarde mientras nosotros creemos que es absurdo o imposible, y a la semana ya digita nuestras normas, nos inocula cómo vamos a vivir. No se asombren, quizás algún día ocurra: minuto 42 del segundo tiempo, hay córner para Estudiantes. Y en 1 y 57 ahí lo ven, ahí entra, hermoso y majestuoso, su León de Fuego a cabecear.

Lo más Visto