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Internacional

Una piña, un torneo caótico y un presidente que se fugó

Este fin de semana vuelve el fútbol en Bolivia. La amenaza de los cortes y la insólita historia de un equipo en el que jugó el Ogro Fabbiani

Fernando Blanco, dirigente de Destroyers que fue agredido en una reunión
Fernando Blanco, dirigente de Destroyers que fue agredido en una reunión (Captura de pantalla)

Por Ignacio Fusco

La reunión comenzó con una sugerencia, una recomendación, y terminó con un grito, una piña y una ceja llena de sangre. César Salinas, titular de la Federación Boliviana de Fútbol, le contó a los presidentes de los clubes de Primera División lo que el mandamás de la Conmebol, Alejandro Domínguez, le había dicho: que no sería un buen precedente para la América unida –esta América que él comanda y es ejemplo de transparencia y bondad– que la Liga de Bolivia se suspenda. El cónclave entre Salinas y los clubes fue el viernes pasado. Este jueves se iba a decidir, en otra reunión, si el torneo seguía, pero Salinas creyó que acaso era aburrido, imprudente, esperar: el martes a última hora anunció que el campeonato volverá el próximo fin de semana. Mientras tanto, en este instante, miércoles a la tarde, el plantel de Real Tomayapo está viajando a Llallagua, en Potosí, para jugar contra San Lorenzo Stormers. En el momento en el que se escribe esta nota (se aclara, paréntesis ineludible, porque en cinco minutos quizá ya todo cambió) sus jugadores están ahora, al sol de una ruta, al lado del micro que los llevó: un bloqueo no los deja pasar. Iban a jugar por la segunda fase de la copa nacional. Una copa cuyo nombre es más hermoso y luminoso que la realidad. Es la Copa Simón Bolívar.

Real Tomayapo y San Lorenzo Stormers juegan en el Ascenso boliviano, la zona a la que Sport Boys, Aurora y Real Potosí, equipos de Primera, no quieren caer. Ese miedo, ese peligro, fue lo que desató la escena que se ha viralizado el último viernes en la reunión entre Salinas y los presidentes de cada club. Aurora y Real Potosí son los dos equipos que descenderían en este momento (faltan diez fechas) pero si a Sport Boys finalmente le descuentan tres puntos por dos demandas por falta de pago el que se salva es Real Potosí y el que se va –obvio– es Sport Boys. Por eso se enojó entonces Marco Rodríguez, vicepresidente de la Federación. Porque los otros clubes presionan, dijo, para que el descuento se haga efectivo: quieren, dijo, que eso pase ahora, ya. Así que saltó Fernando Blanco, directivo de Destroyers, que también pelea abajo, y le dijo: "¿Qué le pasa? Vamos afuera". Hay invitaciones, parece, que no se pueden rehusar. "Y cuando estábamos caminando me brincó por atrás, el mariconazo", le dijo Blanco a los periodistas que estaban en la puerta de la sala. Con un pañuelo se limpiaba mientras tanto el lento hilo de sangre que caía de su ceja izquierda, una herida que el presidente de uno de los protagonistas vitales del descenso, Fernando Ochoaizpur, de Real Potosí, no pudo ver: no llegó a la reunión por los cientos de cortes que pueblan el país. Tampoco pudo verla Carlos Romero, el titular de Sport Boys, aunque en este caso haya sido por algo un poquitito más complejo. Romero era también el Ministro de Gobierno, el Marcos Peña de Evo Morales, y se fugó. Hace una semana que nadie sabe dónde está.

¿Qué le pasa? Vamos afuera

El horror asesino que se vive en Bolivia (el martes, el ejército mató al menos a seis personas e hirió a más de treinta, luego de que la presidenta de facto, Jeanine Áñez, firmara un decreto para que las Fuerzas Armadas tengan impunidad) altera también la vida de su fútbol, y acaso sea Sport Boys –la historia de Carlos Romero y Sport Boys– el equipo del que brota el remolino mayor. El hombre que ha elegido desaparecer era una figura política fundamental en Bolivia: en 2008 asumió como Ministro de Desarrollo Rural Agropecuario y Medio Ambiente, luego lo designaron Ministro de Autonomías y entre 2010 y 2012 fue Ministro de la Presidencia. En marzo de 2015, ya Ministro de Gobierno –lo que sería la jefatura de Gabinete acá–, asume la presidencia de Sport Boys. Seis meses después, un equipo que en toda su vida había participado solo de tres torneos profesionales se consagra campeón de Primera División. "Contamos con un apoyo de 16 sponsors y algunos otros aportes voluntarios que antes no existían", le explicó el ex ministro de Evo Morales, entonces, al diario La Razón de Bolivia. El torneo anterior, Sport Boys se había salvado del descenso. La vida, como el exilio, suele ser un círculo: es el lugar en el que Sport Boys se encuentra hoy.

El plantel de Sport Boys (Bolivia)
El plantel de Sport Boys (Bolivia). Foto: La Razón.

"Romero, hombre clave de (Evo) Morales y cercano a movimientos sociales e indígenas, llegó a la sede diplomática argentina, que lidera el embajador Normando Álvarez García, anteanoche", escribió el último 11 de noviembre el diario La Nación. Falsa alarma, fuentes operando, fake: luego, el medio se disculpó, lo desmintió. Mientras tanto, el último martes, el secretario ejecutivo de Futbolistas Agremiados de Bolivia, David Paniagua, contó que los jugadores de Sport Boys "no reclamaron la deuda en su momento" porque "le tenían miedo al presidente". Y le pidió a la Federación Boliviana que reconozca la deuda, también. "Un club no puede depender de una sola persona –subió el tono, Paniagua–, no pueden haber clubes unipersonales. Es clarísimo el tema (NdeR: se refiere al miedo a Romero), no lo tenemos por qué esconder".

Los jugadores de Sport Boys no reclamaron la deuda porque le tenían miedo al presidente

Lo que en estos meses tampoco se pudo esconder fue el samba horrendo que vivió Sport Boys. En la primera fecha del campeonato recibió a Always Ready: perdió 2-1. Un día después, el presidente que ahora lo abandonó había denunciado a Carlos Suárez, jugador rival, de haber sobornado a tres jugadores de su plantel. Como corresponde, no pasó absolutamente nada. El equipo ya había empezado el torneo con tres puntos menos como castigo por una deuda de 20 mil dólares que el club tenía con el paraguayo Marcos Miers, ahora en Aldosivi, acá, en la Superliga. Ahora también, hace cinco meses que Sport Boys no le paga el sueldo al plantel. Ahora también, la semana pasada renunció Víctor Hugo Antelo, el máximo goleador de la historia del torneo de Bolivia, su entrenador. El plantel, arrasado, atormentado, decidió algo: no entrenarse más. "Si el torneo se reanuda estamos en el aire", había contado el capitán, el argentino Luciano Ursino, volante del Sport Boys que este domingo va a tener que visitar a Sport Huancayo. Es el mismo Sport Boys en el que estuvo a punto de debutar en Primera el ex presidente Evo Morales: el mismo Sport Boys en el que volvió a la actividad profesional un delantero argentino que pasó por River, Newell’s y Lanús.

Hacía un año que no jugaba al fútbol, Cristian Fabbiani, y volvió allá, en 2014, con el manto de Sport Boys. Jugó ocho partidos. Metió un gol. Buena marca, buen registro, para un hombre de su posición. Jugó de doble cinco.

El 'Ogro' Fabbiani jugó en Sport Boys en 2014
El "Ogro" Fabbiani jugó en Sport Boys en 2014

La historia de Evo Morales también sucedió en aquel 2014. El presidente que gobernó antes de Romero, su ex ministro, se llama Mario Cronenbold. Cronenbold era, a la vez, el alcalde de la ciudad. Sport Boys es de Warnes, una localidad de 96 mil habitantes que está en Santa Cruz de la Sierra. Evo Morales tenía entonces 54 años y Cronenbold, un delirio sideral. Lo citó, le dijo: "Usted le va a dar un plus a Sport Boys. Va a ser un mensaje para los jóvenes. Nosotros estamos acostumbrados a querer cumplir nuestros sueños sin sacrificio y esfuerzo: usted va a demostrar que a su edad tiene que esforzarse y ponerse físicamente bien para estar ahí 15 minutos". Eso no era un club de fútbol: era un programa de aventuras conducido por Julián Weich. El técnico del equipo era Néstor Clausen, que treinta años antes había ganado en Independiente la Libertadores y la Intercontinental. Todos los medios se subieron entonces a la noticia, pero la historia –que es, en definitiva, lo que siempre importa– jamás sucedió.

Lo que sucedían, en cambio, eran otras cosas: por ejemplo, que Cronenbold, amigo de Evo, se vestía de arquero mientras el equipo se entrenaba y, cuando todo terminaba, caminaba hacia el arco y le pedía a los jugadores si podían patearle un poquitito a él. Eso, hace cinco años. Ahora, en cambio, las cosas que suceden son otras. Cronenbold renunció hace una semana a la alcaldía de la ciudad. Lo detuvo la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen por malversación de fondos y portación ilegal de armas. Tiene 190 causas en su contra, ocho de ellas en curso. Está en el penal de Palmasola, en las afueras de Santa Cruz. Treinta y seis por ciento de los detenidos del país duermen, confluyen, se apiñan ahí. Lo llaman Pueblo Prisión. Es la historia de otro ex presidente, aunque la diferencia sea obvia. Él sí sabemos dónde está.

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