San Lorenzo y su conquista más esperada

Fue la copa más esquiva de su historia. Era el único grande que no la había podido conseguir. Hasta Estudiantes, Argentinos y Vélez ya habían grabado su nombre en la base del trofeo, pero pasaban los años y el de San Lorenzo no aparecía. Fue finalista en la primera edición de la Libertadores en 1960, que perdió contra Peñarol, pero debió esperar 54 años más para llegar a esa instancia y poder adueñarse de esa copa tan deseada. Y fue el 13 de agosto de 2014 cuando el Ciclón logró saldar esa deuda con su historia.

La vuelta olímpica en el Torneo Inicial 2013 fue la que le dio la clasificación a San Lorenzo para participar de la Libertadores del año siguiente. Ya no era el equipo de Pizzi, DT del campeón local, sino el de Edgardo Bauza, quien llegó a Boedo con el antecedente de ya haber ganado la Copa con Liga de Quito y con el sueño de dársela a San Lorenzo. El Patón le dio su impronta al equipo y, más allá de sufrir en cada instancia para poder avanzar, consiguió el objetivo que se había planteado para meterse para siempre en la historia del Ciclón.

San Lorenzo integró el Grupo 2 con Unión Española, Independiente del Valle y Botafogo. No parecía una zona de las más complicadas, pero el andar irregular del equipo lo hicieron llegar a la última fecha con la soga al cuello. Sólo había ganado un encuentro hasta entonces y tenía que superar a los brasileños y esperar que los ecuatorianos no ganaran en Chile porque en ese caso la clasificación iba a depender de la diferencia de gol. Y se dio todo: Independiente del Valle ganaba 5-4 a Unión Española y el 2-0 del Ciclón ante Botafogo no alcanzaba. Pero faltando dos minutos para el final, Ignacio Piatti puso el agónico y heroico 3-0 que le permitió pasar a los octavos de final.

Gremio fue el rival en esa instancia: San Lorenzo le ganó 1-0 en el Nuevo Gasómetro y el resultado se repitió en Porto Alegre. Hubo penales para definir la serie y ahí empezó a surgir uno de los pilares del campeón: Sebastián Torrico y sus atajadas clave. En esa definición tapó dos y el equipo de Bauza ganó 4-2. En cuartos de final, otro rival brasileño: Cruzeiro. Y otra vez la definición sería de visitante porque San Lorenzo había sido uno de los peores segundos y eso lo obligaba a ser local en el partido de ida. Otra vez ganó por la mínima diferencia en el Bajo Flores y en el Mineirao empató 1-1, después de ir ganando casi todo el partido: se lo igualaron faltando 20 minutos, los del sufrimiento final.

El Mundial en Brasil le puso una pausa a la Copa antes de las semifinales. Los de Bauza tuvieron que esperar más de dos meses para cruzarse con el Bolívar que había eliminado al León de México y a Lanús con el condimento extra de la altura de La Paz. Sin embargo, en el Nuevo Gasómetro se dio un 5-0 que descartó la preocupación de ir a jugar al Hernando Siles. Matos, Más (en dos oportunidades), Mercier y Buffarini fueron los autores de los goles en la noche que San Lorenzo ya se sintió finalista. Una semana más tarde cayó por 1-0, pero igual se festejó en Bolivia.

Nacional de Paraguay fue el rival en la final. Era su primera vez allí, después de dejar en el camino a Vélez, Arsenal y Defensor Sporting. Como había clasificado como peor segundo, el único por debajo de San Lorenzo, el primer partido fue en Asunción y los de Bauza estuvieron a punto de traerse una victoria, pero los guaraníes empataron 1-1 en tiempo suplementario. Así se llegó a la noche del 13 de agosto del 2014 con un Nuevo Gasómetro repleto, con más de 40 mil hinchas. Sebastián Torrico; Julio Buffarini, Mauro Cetto, Santiago Gentilletti, Emanuel Mas; Héctor Villalba, Juan Mercier, Néstor Ortigoza, Leandro Romagnoli; Martín Cauteruccio y Mauro Matos fueron los titulares de la final decisiva, la que le dio el título al Ciclón. La noche del penal que se hizo cargo Ortigoza y no falló para el 1-0 de gloria. La noche en que el Pipi levantó la Copa que faltaba. La noche en que San Lorenzo al fin conquistó América.